Oficio de Lectura
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno.
Lucero de la mañana, norte que muestra el camino, cuando turba de continuo nuestro mar la tramontana. Quien tanta grandeza explica sin alas puede volar, porque no podrá alabar a la que es más santa y rica.
Sois pastora de tal suerte, que asegurais los rebaños de mortandades y daños, dando al lobo cruda muerte. Dais vida a quien se os aplica, y en los cielos y en la tierra librais las almas de guerra, como poderosa y rica.
Si vuestro ejemplo tomasen las pastoras y pastores, yo fío que de dolores
para siempre se librasen. Tanto Dios se os comunica, que sin fin os alabamos, y más cuando os contemplamos en el mundo la más rica. Amén.
Salmodia
Ant. 1: María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. Aleluya.
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
Ant. 1: María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador. (T. P. Aleluya.)
Ant. 2: El Altísimo consagra su morada. (T. P. Aleluya.)
Salmo 45
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas, que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Ant. 2: El Altísimo consagra su morada. Aleluya.
Ant. 3: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! Aleluya.
Salmo 86
Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»
Ant. 3: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! Aleluya.
V. María conservaba todas estas cosas. Aleluya.
R. Meditándolas en su corazón. Aleluya.
Primera Lectura.
Del libro del profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10; 11, 1-9
El Emmanuel rey pacifico
En aquellos días, habló el Señor a Ajaz, diciendo: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Ajaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Isaías: «Escucha, heredero de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará él mismo una señal. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque tenemos a Dios con nosotros.
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad el cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, y la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: y un niño pequeño los conducirá. La vaca pastará con el oso, sus crías yacerán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará junto al agujero del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. Nadie hará daño ni estrago por todo mi Monte Santo: porque estará lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar.»
Responsorio Cf. 1s 7, 14; cf. 9, 6. 7
R. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y tendrá por nombre «Consejero admirable» y «Dios poderoso».
V. Se sentará sobre el trono de David y reinará para siempre.
R. Y tendrá por nombre «Consejero admirable» y «Dios poderoso».
Segunda lectura
De las Disertaciones de san Sofronio, obispo
Por María, la bendición del padre ha brillado sobre los hombres.
Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo. ¿Y qué puede haber más sublime que esta alegría, oh Virgen Madre? ¿O qué puede haber más excelente que esta gracia, que tú sola has alcanzado de Dios? ¿ O qué puede imaginarse más amable o espléndido que esta gracia? Nada puede equipararse a las maravillas que en ti vemos realizadas, nada hay que iguale la gracia que tú posees; todo lo demás, por excelente que sea, ocupa un lugar secundario y goza de una excelencia claramente inferior.
El Señor es contigo; ¿quién, pues, se atreverá a competir contigo? De ti nacerá Dios; ¿quién, por tanto, no se reconocerá al momento inferior a ti y no admitirá de buen grado tu primacía y superioridad? Es por esto que, al contemplar tus eminentes prerrogativas, que superan las de cualquier otra creatura, te aclamo lleno de entusiasmo: Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo. Por ti ha venido la alegría, no sólo a los hombres, sino también a los mismos coros celestiales.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has cambiado en bendición la maldición de Eva y has hecho que Adán, que yacía postrado bajo el peso de la maldición, alcanzara, por ti, la bendición.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, la bendición del Padre ha brillado sobre los hombres, librándolos de la antigua maldición.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, alcanzan la salvación tus progenitores; pues has de dar a luz a aquel que les obtendrá la salvación divina.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, sin concurso de semilla, has producido aquel fruto que esparce la bendición sobre el orbe de la tierra, redimiéndola de la maldición que le hacía producir espinas y abrojos.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, siendo por condición natural una mujer como las demás, llegarás a ser en verdad Madre de Dios. Efectivamente, si el que ha de nacer de ti es, con toda verdad, el Dios hecho hombre, con toda razón eres llamada Madre de Dios, ya que realmente das a luz a Dios.
Llevas en la intimidad de tu seno al mismo Dios, el cual mora en ti según la carne, y sale de ti como un esposo, trayendo a todos la alegría y comunicando a todos la luz divina.
Pues en ti, oh Virgen, como en un cielo nítido y purísimo, ha puesto Dios su tienda; y saldrá de ti como el esposo de su alcoba; y, cual gigante que emprende su carrera, recorrerá el camino de su vida, provechosa en todo para todos, alcanzando con su giro del término del cielo hasta el opuesto confín, llenándolo todo de su calor divino y de su resplandor vivificante.
Responsorio
R. Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has cambiado en bendición la maldición de Eva. Por ti la bendición del Padre ha brillado sobre los hombres. Aleluya.
V. Por ti alcanzan la salvación tus progenitores.
R. Por ti la bendición del Padre ha brillado sobre los hombres. Aleluya.
Oración final
Concédenos, Señor, la valiosa intercesión de la Virgen María, cuya gloriosa memoria hoy celebramos, y danos parte en los dones de tu amor por la intercesión de aquella a la que hiciste llena de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…
Bendigamos al Señor
Demos gracias a Dios