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Oficio de lectura – lunes 21 noviembre 2022

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: Salve, Madre de Misericordia

Salve, madre de misericordia, madre de esperanza y de perdón, madre de Dios y madre de gracia, madre llena de gozo y de amor.

Jardín floral de virtudes lleno, todo fragante, de rico olor, madre querida, con tus consuelos atiende, pía, nuestro dolor.

Te creó el Padre sumo, increado; su Unigénito tu seno honró; el Espíritu Almo te fecunda, a los tres damos gloria y honor. Amén.

Salmodia

Ant. 1: María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador.

Salmo 23

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Ant. 1: María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador.

Ant. 2: El Altísimo consagra su morada.

Salmo 45

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas, que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. 2: El Altísimo consagra su morada.

Ant. 3: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María!

Salmo 86

Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.» y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»

Ant. 3: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María!

Versículo

V. María conservaba todas estas cosas.
R. Meditándolas en su corazón.

Primera Lectura.

Del libro del profeta Isaías 7, 10-14; 8, 10; 11, 1-9

El Emmanuel rey pacifico

En aquellos días, habló el Señor a Ajaz, diciendo:
«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»

Respondió Ajaz:

«No la pido, no quiero tentar al Señor.»

Entonces dijo Isaías:

«Escucha, heredero de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará él mismo una señal. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque tenemos a Dios-con-nosotros.

Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.

No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad el cinturón de sus caderas.

Habitará el lobo con el cordero, y la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: y un niño pequeño los conducirá. La vaca pastará con el oso,
sus crías yacerán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará junto al agujero del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. Nadie hará daño ni estrago por todo mi Monte Santo: porque estará lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar.»

Responsorio Cf. 1s 7, 14; cf. 9, 6. 7

R. Mirad: la joven ha concebido y dará a luz un hijo, y tendrá por nombre «consejero admirable» y «Dios poderoso».

V. Se sentará sobre el trono de David y reinará para siempre.
R. Y tendrá por nombre «consejero admirable» y «Dios poderoso».

Segunda lectura

De los sermones de san Agustín, obispo.

Dio fe al mensaje divino y concibió por su fe

Os pido que atendáis a lo que dijo Cristo el Señor, extendiendo la mano sobre sus discípulos: Estos son mi madre y mis hermanos; y el que hace la voluntad de mi Padre, que me ha enviado, es mi hermano y mi hermana y mi madre. ¿Por ventura no cumplió la voluntad del Padre la Virgen María, ella, que dio fe al mensaje divino, que concibió por su fe, que fue elegida para que de ella naciera entre los hombres el que había de ser nuestra salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo fuera creado en ella? Ciertamente, cumplió santa María con toda perfección, la voluntad del Padre, y por esto es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Por esto María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno.

Mira si no es tal como digo. Pasando el Señor, seguido de las multitudes y realizando milagros, dijo una mujer: Dichoso el seno que te llevó. Y el Señor, para enseñarnos que no hay que buscar la felicidad en las realidades de orden material, ¿qué es lo que respondió?: Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo. Cristo es la verdad, Cristo tuvo un cuerpo: en la mente de María estuvo Cristo, la verdad; en su seno estuvo Cristo hecho carne, un cuerpo. Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno.

María fue santa, María fue dichosa, pero más importante es la Iglesia que la misma Virgen María. ¿En qué sentido? En cuanto que María es parte de la Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un miembro supereminente, pero un miembro de la totalidad del cuerpo. Ella es parte de la totalidad del cuerpo, y el cuerpo entero es más que uno de sus miembros. La cabeza de este cuerpo es el Señor, y el Cristo total lo constituyen la cabeza y el cuerpo. ¿Qué más diremos? Tenemos, en el cuerpo de la Iglesia, una cabeza divina, tenemos al mismo Dios por cabeza.

Por tanto, amadísimos hermanos, atended a vosotros mismos: también vosotros sois miembros de Cristo, cuerpo de Cristo. Así lo afirma el Señor, de manera equivalente, cuando dice: Estos son mi madre y mis hermanos. ¿Cómo seréis madre de Cristo? El que escucha y el que hace la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano y mi hermana y mi madre. Podemos entender lo que significa aquí el calificativo que nos da Cristo de «hermanos» y «hermanas»: la herencia celestial es única, y, por tanto, Cristo, que siendo único no quiso estar solo, quiso que fuéramos herederos del Padre y coherederos suyos.

Responsorio Is 61, 10; Lc 1, 46-47

R. Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala, como a una novia que se adorna con sus joyas.

V. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
R. Porque me ha vestido un traje de gala, como a una novia que se adorna con sus joyas.

Oremos,
Señor, Dios nuestro, al celebrar esta festividad de la Santísima Virgen María, te pedimos, por su intercesión, nos concedas también a nosotros participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

Conclusión

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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