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Oficio de lectura – martes 9 julio 2024

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Himno

Oh Virgen, bella flor de nuestra tierra,
envuelta en luz del patrio pabellón,
eres tú nuestra gloria y fortaleza,
Madre nuestra y de Dios.

En burda tela avivas tu figura
con resplandor de lumbre celestial,
dando a tus hijos la graciosa prenda
de la vida inmortal.

Orna tus sienes singular corona
de gemas que ofreciera la nación,
símbolo fiel del entrañable afecto
y del filial amor.

A Ti te cantan armoniosas voces
y te aclaman por Reina nacional
y el pueblo entero jubiloso ofrenda
el don de su piedad.

Furiosas olas a la pobre nave
contra escollos pretenden azotar;
tu cetro extiende y bondadosa calma
las olas de la mar.

Brote la tierra perfumadas flores
que rindan culto a tu sagrado altar;
prodiga siempre a la querida patria
los dones de la paz.

A Ti, Jesús, el Rey de las naciones,
a quien proclama el corazón por Rey,
y al Padre y al Espíritu se rinda
gloria, honor y poder. Amén

SALMODIA
Antífona 1: Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio de
Chiquinquirá, nos acogemos y a tu inspiración nos
encomendamos.

Nota: los siguientes salmos se toman del común de la Virgen, por ejemplo, del 6 de junio (Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia)
Las antifonas se ajustaron en el audio como lo indica la guia del texto, correspondientes a la fiesta de Chiquinquirá.

Salmo 23

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria.

Antífona 1: Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio de
Chiquinquirá, nos acogemos y a tu inspiración nos encomendamos.

Antífona 2: Tú eres la Hija de Sión y el Arca de la nueva
Alianza en el misterio de la fe. ¡Oh Virgen bendita de
Chiquinquirá!

Salmo 45

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria

Antífona: Tú eres la Hija de Sión y el Arca de la nueva
Alianza en el misterio de la fe. ¡Oh Virgen bendita de
Chiquinquirá!

Antífona 3: Sé para todos nosotros, Puerta del Cielo, vida,
dulzura y esperanza, bienaventurada Madre del Rosario
de Chiquinquirá.

Salmo 86

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.» y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria.

Antífona: Sé para todos nosotros, Puerta del Cielo, vida,
dulzura y esperanza, bienaventurada Madre del Rosario
de Chiquinquirá.

Versículo

V. María conservaba todas estas cosas.
R. Meditándolas en su corazón.

PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 12, 1-14

LA GRAN SEÑAL DE LA MUJER EN EL CIELO

Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con
la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto
y con el tormento de dar a luz.

Apareció otra señal en el cielo: una gran Serpiente roja
con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas
siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las
estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. La
Serpiente se detuvo delante de la Mujer que iba a dar
a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz.

La Mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir
todas las naciones con cetro de hierro, y su Hijo fue
arrebatado hasta Dios y hasta su trono. La Mujer huyó
al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios
para ser allí alimentada mil doscientos sesenta días.

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y
sus ángeles combatieron con la Serpiente. También la
Serpiente y sus ángeles combatieron, pero no prevale-
cieron y no hubo ya en él cielo lugar para ellos. Fue
arrojada la gran Serpiente, la Serpiente antigua, el lla-
mado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero;
fue arrojada a la tierra y sus ángeles fueron arrojados
con ella.

Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo:

«Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reina-
do de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque
fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que
los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos lo ven-
cieron en virtud de la sangre del Cordero y por la pala-
bra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su
vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres,
cielos, y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra
y del mar!, porque el Diablo ha bajado donde vosotros
con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.»

Cuando la Serpiente vio que había sido arrojada a la
tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo
varón. Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del
águila grande para volar al desierto, a su lugar, lejos
de la Serpiente, donde tiene que ser alimentada un tiempo, algunos tiempos y medio tiempo.

Responsorio

R. Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza.*
De ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien
hemos sido salvados y redimidos.

V. Celebremos con gozo esta fiesta de Santa María Virgen.

R. De ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien
hemos sido salvados y redimidos.

SEGUNDA LECTURA
Elogio de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá
AMÉRICA HA EXPERIMENTADO EL EFICAZ PATROCINIO DE
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

La Virgen Madre de Dios muchas veces ha manifestado su
protección para con los cristianos y ha guiado a los pecadores
por el camino recto de la vida y, por eso, ha sido saludada como
Madre de las Gracias.
América ha experimentado también su eficaz patrocinio. Así en
el pueblo llamado Chiquinquirá, de la arquidiócesis de Bogotá,
existía una capilla, casi destruida, donde se veneraba con escaso
culto una imagen de la bienaventurada Virgen María, cuando a
fines del siglo dieciséis, en mil quinientos ochenta y seis, al día
siguiente a la Navidad del Señor, según la tradición, la Madre
de Dios, con muchas señales, manifestó que quería ser honrada
y venerada en aquella imagen. De repente, la imagen se llenó de
resplandores y comenzó a despedir rayos de luces de variados
colores, desde entonces, por las muchas señales y prodigios,
comenzó la veneración a la Virgen, que se ha ido acrecentado
de día en día. Quienes la invocan frecuentemente obtienen la
salud del cuerpo, el consuelo en las aflicciones, la ayuda en las
tentaciones, el auxilio en las necesidades y el remedio en las
calamidades públicas.
Nada de extraño tiene el que la capilla se haya convertido, con las
limosnas de los fieles, en un bellísimo santuario, a donde acuden
los fieles desde distintas y remotas regiones. Inspirado por
estos hechos, el sumo pontífice Pio VIII, a solicitud del arzobispo
de Santa Fe de Bogotá y de muchos prelados, concedió, en mil
ochocientos veintinueve, que se honrara a la Santísima Virgen
con la singular solemnidad de oficio y misa propios, bajo la
advocaciones de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, y
la declaró patrona principal de la arquidiócesis de Bogotá. En mil
novecientos dieciocho, en medio de la gran alegría del pueblo y
con asistencia de las supremas autoridades de la República, fue
solemnemente coronada con una preciosa diadema de oro y de
piedras preciosas.

Responsorio
R. No hay alabanza digna de ti, virginidad inmaculada y santa. *
Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO /Te Deum

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado para siempre

Oración final
Padre nuestro, en tu amorosa solicitud has querido favorecer a nuestra Patria, dándonos en Chiquinquirá un signo de tu presencia; por la intercesión poderosa de la Virgen María, cuyo patrocinio hoy celebramos, concédenos crecer en la fe y lograr nuestro desarrollo por caminos de paz y de justicia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor
R. Demos gracias a Dios.