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Oficio de lectura – miércoles 06 julio 2022

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno

Pues busco, debo encontrar; pues llamo, débanme abrir; pues pido, me deben dar; pues amo, débeme amar aquel que me hizo vivir.

¿Calla? Un día me hablará. ¿Pasa? No lejos irá. ¿Me pone a prueba? Soy fiel. ¿Pasa? No lejos irá: pues tiene alas mi alma, y va volando tras de él.

Es poderoso, mas no podrá mi amor esquivar; invisible se volvió, más ojos de lince yo tengo y le habré de mirar.

Alma, sigue hasta el final en pos de Bien de los bienes, y consuélate en tu mal pensando con fe total: ¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén.

Salmodia

Ant. 1 También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

Salmo 38

Yo me dije: vigilaré mi proceder, para que no se me vaya la lengua; pondré una mordaza a mi boca mientras el impío esté presente.

Guardé silencio resignado, no hablé con ligereza; pero mi herida empeoró, y el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.

Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy.

Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti; el hombre no dura más que un soplo, el hombre pasa como pura sombra, por un soplo se afana, atesora sin saber para quién.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

Ant. 2 Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza queda? Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades, no me hagas la burla de los necios.

Enmudezco, no abro la boca, porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes, que el ímpetu de tu mano me acaba.

Escarmientas al hombre castigando su culpa; como una polilla roes sus tesoros; el hombre no es más que un soplo.

Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos, no seas sordo a mi llanto.

porque soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro, antes de que pase y no exista.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

Ant. 3 Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.

salmo 51

¿Por qué te gloría en la maldad y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias, tu lengua es navaja afilada, autor de fraudes; prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas, lengua embustera.

Pues Dios te destruirá para siempre, te abatirá y te barrerá de tu tienda; arrancará tus raíces del suelo vital.

Lo verán los justos, y temerán, y se reirán de él: «Mirad al valiente que no puso en Dios su apoyo, confió en sus muchas riquezas, se insolentó en sus crímenes.»

Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en su misericordia
por siempre jamás.

Te daré siempre gracias porque has actuado; proclamaré delante de tus fieles: «Tu nombre es bueno.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.

Versículo

V. Mi alma espera en el Señor.
R. Espera en su palabra.

Primera Lectura

Del libro de los Proverbios
9, 1-18

La Sabiduría se ha construido su casa, plantando siete columnas; ha preparado el banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad:

«Los inexpertos, que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad vuestras necedades y viviréis, seguid el camino de la prudencia.»

Quien corrige al burlón se acarrea insultos, quien reprende al malvado atrae su desprecio; no reprendas al arrogante, pues te aborrecerá; reprende al sabio y te lo agradecerá. Da al sabio y será más sabio; enseña al justo
y crecerá su ciencia. El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, y conocer al Santo es verdadera inteligencia. Por mí prolongarás tus días y se aumentarán los años de tu vida; si eres sabio, lo serás para tu bien, si eres arrogante, tú solo lo tendrás que pagar.

La Insensatez es alborotada, es tonta, no tiene vergüenza; se sienta a la puerta de su casa, en un asiento que domina la ciudad, para gritar a los transeúntes y a los que siguen el recto camino:

«Los inexpertos, que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: El agua robada es más dulce; el pan a escondidas es más sabroso.»

Pero no saben que en su casa están las sombras de la muerte y que sus invitados van a lo hondo del abismo.

Responsorio

R. Un hombre quiso dar un gran banquete y envió a su siervo a decir a los invitados: «Venid, que ya está todo preparado.»

V. Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he
mezclado.

R. Venid, que ya está todo preparado.

Segunda Lectura

Del Comentario de Procopio de Gaza, obispo, sobre el libro de los Proverbios

La Sabiduría se ha construido su casa. La Potencia personal de Dios Padre se preparó como casa propia todo el universo, en el que habita por su poder, y también lo preparó para aquel que fue creado a imagen y semejanza de Dios y que consta de una naturaleza en parte visible y en parte invisible.

Plantó siete columnas. Al hombre creado de nuevo en Cristo, para que crea en él y observe sus mandamientos le ha dado los siete dones del Espíritu Santo; con ellos, estimulada la virtud por el conocimiento y recíprocamente manifestado el conocimiento por la virtud, el hombre
espiritual llega a su plenitud, afianzado en la perfección de la fe por la participación de los bienes espirituales.

Y así, la natural nobleza del espíritu humano queda elevada por el don de fortaleza, que nos predispone a buscar con fervor y a desear los designios divinos, según los cuales ha sido hecho todo; por el don de consejo, que
nos da discernimiento para distinguir entre los falsos y los verdaderos designios de Dios, increados e inmortales, y nos hace meditarlos y profesarlos de palabra al darnos la capacidad de percibirlos; y por el don de entendimiento, que nos ayuda a someternos de buen grado a los ver-
daderos designios de Dios y no a los falsos.

Ha mezclado el vino en la copa y ha puesto la mesa. Y en el hombre que hemos dicho, en el cual se hallan mezclados como en una copa lo espiritual y lo corporal, la Potencia personal de Dios juntó a la ciencia natural de las cosas el conocimiento de ella como creadora de todo; y este conocimiento es como un vino que embriaga con las cosas que atañen a Dios. De este modo, alimentando a las almas en la virtud por sí misma, que es el pan celestial, y embriagándolas y deleitándolas con su instrucción, dispone todo esto a manera de alimentos destinados al banquete espiritual, para todos los que desean participar del mismo.

Ha despachado a sus criados para que anuncien el banquete. Envió a los apóstoles, siervos de Dios, encargados de la proclamación evangélica, la cual, por proceder del Espíritu, es superior a la ley escrita y natural, e invita a todos a que acudan a aquel en el cual, como en una copa, por el misterio de la encarnación tuvo lugar una mezcla admirable de la naturaleza divina y humana, unidas en una sola persona, aunque sin confundirse entre sí. Y clama por boca de ellos: «El insensato, que venga a mí». El insensato, que piensa en su interior que no hay Dios, renunciando a su impiedad, acérquese a mí por la fe, y sepa que yo soy el Creador y Señor de todas las cosas.»

Y dice: Quiero hablar a los faltos de juicio: Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado. Y, tanto a los faltos de obras de fe como a los que tienen el deseo de una vida más perfecta, dice: «Venid, comed mi cuerpo, que es el pan que os alimenta y fortalece; bebed mi sangre, que es el vino de la doctrina celestial que os deleita y os diviniza; porque he mezclado de manera admirable mi sangre con la divinidad, para vuestra salvación.»

Responsorio

R. La Sabiduría se ha construido su casa, plantando siete columnas; ha preparado el banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa.

V. «El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él», dice el Señor.

R. Ha preparado el banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa.

Oremos:

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Conclusión.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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