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Oficio de lectura – miércoles 21 junio 2023

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

HIMNO

Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

SALMODIA

Ant. 1: Te pidió la vida y se la has concedido, Señor; lo has vestido de honor y majestad.

Salmo 20, 2-8. 14

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia:
porque el rey confía en el Señor
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. 1: Te pidió la vida y se la has concedido, Señor; lo has vestido de honor y majestad.

Ant. 2: La senda del justo brilla como la aurora, se va esclareciendo hasta que es de día.

Salmo 91 I

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Ant. 2: La senda del justo brilla como la aurora, se va esclareciendo hasta que es de día.

Ant. 3: El justo crecerá como palmera, se alzará como cedro del Líbano.

Salmo 91 II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Ant. 3: El justo crecerá como palmera, se alzará como cedro del Líbano.

Versículo
V. El Señor condujo al justo por sendas llanas.
R. Le mostró el reino de Dios.

PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 7–4, 1.4-9

Estad siempre alegres en el Seńor

Hermanos: Todo lo que para mí era ganancia lo he estimado pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y encontrarme unido a él, no por una justificación propia mía, la que viene de la ley, sino por la justificación que se obtiene por la fe en Cristo, la cual procede de Dios y se basa en la fe.
A fin de tener una íntima experiencia de Cristo, del poder de su resurrección, y de la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para alcanzar también la resurrección de entre los muertos.

No quiero decir con esto que tenga ya conseguido el premio, o que sea ya perfecto: sino que continuó mi carrera con la pretensión de darle alcance, habiendo yo mismo sido alcanzado por Cristo Jesús. Yo hermanos, no considero haber ganado todavía el premio. Sólo una cosa busco: olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante, voy corriendo hacia la meta, para conseguir el premio de la asamblea celestial, asamblea de Dios, en Cristo Jesús.

Así pues, todos los que estamos ya bien formados en Cristo, debemos tener estas aspiraciones. Y, si en algún punto pensáis de otra manera, que Dios os lo aclare también.
Sea cual sea el punto a dónde hayamos llegado. Sigamos adelante, por el mismo camino.
Seguid todos mi ejemplo hermanos y fijaos en los que caminan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, hay muchos de quienes os decía con frecuencia, y ahora hasta con lágrimas lo digo, que se portan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, es el vientre; y su gloria, está en su vergüenza. Sólo en las cosas de la tierra ponen su corazón.

En cambio para nosotros, nuestros derechos de ciudadanía radican en los cielos, de donde esperamos que venga como salvador, Cristo, Jesús el Señor: El transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición, en un cuerpo glorioso, semejante al suyo en virtud del poder que tiene para someter a su imperio todas las cosas.

Así, pues, hermanos a quienes tanto amo y a quienes tanto deseo ver, vosotros sois mi gozo y mi corona. Perseverad firmes en el Señor. Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo, estad alegres. Que vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.

No os inquietéis por cosa alguna. Pero en toda necesidad presentad a Dios vuestras peticiones mediante la oración y la súplica, acompañadas con la acción de gracias. Y la paz de Dios, que está por encima de todo conocimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Finalmente, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta, hermanos . Seguid practicando lo que habéis aprendido y recibido, lo que habéis oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con vosotros.

Responsorio
R. Estén ceñidos vuestros lomos, y encendidas vuestras lámparas; Así seréis como los siervos que están esperando a su amo de regreso de las bodas.
V. Velad, porque no sabéis cuándo vendrá vuestro Señor.
R. Así seréis como los siervos que están esperando a su amo de regreso de las bodas.

 

SEGUNDA LECTURA

De una carta de san Luis Gonzaga, dirigida a su madre

(Acta Sanctorum Iunii 5, 878)

CANTARÉ ETERNAMENTE LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR

Pido para ti, ilustre señora, que goces siempre de la gracia y del consuelo del Espíritu Santo. Al llegar tu carta, me encuentro todavía en esta región de los muertos. Pero un día u otro ha de llegar el momento de volar al cielo, para alabar al Dios eterno en la tierra de los que viven. Yo esperaba poco ha que habría realizado ya este viaje antes de ahora. Si la caridad consiste, como dice san Pablo, en alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran, ha de ser inmensa tu alegría, madre ilustre, al pensar que Dios me llama a la verdadera alegría, que pronto poseeré con la seguridad de no perderla jamás.

Te he de confesar, ilustre señora, que, al sumergir mi pensamiento en la consideración de la divina bondad, que es como un mar sin fondo ni litoral, no me siento digno de su inmensidad, ya que él, a cambio de un trabajo tan breve y exiguo, me invita al descanso eterno y me llama desde el cielo a la suprema felicidad, que con tanta negligencia he buscado, y me promete el premio de unas lágrimas, que tan parcamente he derramado.

Considéralo una y otra vez, ilustre señora, y guárdate de menospreciar esa infinita benignidad de Dios, que es lo que harías si lloraras como muerto al que vive en la presencia de Dios y que, con su intercesión, puede ayudarte en tus asuntos mucho más que cuando vivía en este mundo. Esta separación no será muy larga; volveremos a encontrarnos en el cielo, y todos juntos, unidos a nuestro Salvador, lo alabaremos con toda la fuerza de nuestro espíritu y cantaremos eternamente sus misericordias, gozando de una felicidad sin fin. Al morir, nos quita lo que nos había prestado, con el solo fin de guardarlo en un lugar más inmune y seguro, y para enriquecernos con unos bienes que superan nuestros deseos.

Todo esto lo digo solamente para expresar mi deseo de que tú, ilustre señora, así como los demás miembros de mi familia, consideréis mi partida de este mundo como un motivo de gozo, y para que no me falte tu bendición materna en el momento de atravesar este mar hasta llegar a la orilla en donde tengo puestas todas mis esperanzas. Así te escribo porque estoy convencido de que esta es la mejor manera de demostrarte el amor y respeto que te debo como hijo.

Responsorio Sal 40, 13; 83, 11

R. Has conservado mi inocencia, Señor, * tú me mantienes siempre en tu presencia.
V. Prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.
R. Tú me mantienes siempre en tu presencia.

Oración

Dios nuestro, fuente y origen de todos los dones celestiales, tú que uniste en san Luis Gonzaga una admirable pureza de vida con la práctica de la penitencia, concédenos, por sus méritos e intercesión, que los que no hemos podido imitarlo en la inocencia de su vida lo imitemos en su espíritu de penitencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo…

Bendigamos al Señor
Demos gracias a Dios.

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