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Oficio de lectura – sábado 20 julio 2024

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Himno: SEÑOR, TÚ QUE LLAMASTE

Señor, tú que llamaste
del fondo del no ser todos los seres,
prodigios del cincel de tu palabra,
imágenes de ti resplandecientes;

Señor, tú que creaste
la bella nave azul en que navegan
los hijos de los hombres, entre espacios
repletos de misterio y luz de estrellas;

Señor, tú que nos diste
la inmensa dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el pecado y que la muerte
destruyan en el hombre el ser divino.

Señor, tú que salvaste
al hombre de caer en el vacío,
recréanos de nuevo en tu Palabra
y llámanos de nuevo al paraíso.

Oh Padre, tú que enviaste
al mundo de los hombres a tu Hijo,
no dejes que se apague en nuestras almas
la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén

SALMODIA

Ant 1. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.

Salmo 106 I – ACCIÓN DE GRACIAS: DIOS SALVA A SU PUEBLO DE LAS CRISIS POR LAS QUE PASA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente.

Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida;
pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.

Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes.

Yacían en oscuridad y tinieblas,
cautivos de hierros y miserias;
por haberse rebelado contra los mandamientos,
despreciando el plan del Altísimo.

Él humilló su corazón con trabajos,
sucumbían y nadie los socorría.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.

Los sacó de las sombrías tinieblas,
arrancó sus cadenas.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Destrozó las puertas de bronce,
quebró los cerrojos de hierro.

Estaban enfermos, por sus maldades,
por sus culpas eran afligidos;
aborrecían todos los manjares,
y ya tocaban las puertas de la muerte.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.

Envió su palabra, para curarlos,
para salvarlos de la perdición.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Ofrézcanle sacrificios de alabanza,
y cuenten con entusiasmo sus acciones.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.

Ant 2. Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas.

Salmo 106 II

Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano.

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto:
subían al cielo, bajaban al abismo,
su vida se marchitaba por el mareo,
rodaban, se tambaleaban como ebrios,
y no les valía su pericia.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.

Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.
Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.

Aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Contemplaron las obras de Dios y sus maravillas.

Ant 3. Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor.

Salmo 106 III

El transforma los ríos en desierto,
los manantiales de agua en aridez;
la tierra fértil en marismas,
por la depravación de sus habitantes.

Transforma el desierto en estanques,
el erial en manantiales de agua.
Coloca allí a los hambrientos,
y fundan una ciudad para habitar.

Siembran campos, plantan huertos,
recogen cosechas.
Los bendice, y se multiplican,
y no les escatima el ganado.

Si menguan, abatidos por el peso
de infortunios y desgracias,
el mismo que arroja desprecio sobre los príncipes
y los descarría por una soledad sin caminos
levanta a los pobres de la miseria
y multiplica sus familias como rebaños.

Los rectos lo ven y se alegran,
a la maldad se le tapa la boca.
El que sea sabio, que recoja estos hechos
y comprenda la misericordia del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los rectos lo ven y se alegran y comprenden la misericordia del Señor.

 

V. Tu fidelidad, Señor, llega hasta las nubes.
R. Tus sentencias son como el océano inmenso.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Job 7, 1-21

JOB LE RECLAMA A DIOS POR EL TEDIO DE SU VIDA

Job tomó la palabra y dijo:

«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio militar. Sus días son como los de un jornalero: como el esclavo, que suspira por la sombra, como el peón, que aguarda su salario.

Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: «¿Cuándo me levantaré?» Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba: mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, la piel se me rompe y me supura. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza.

Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la dicha; los ojos que me veían ya no me verán, y cuando tus ojos me busquen habré desaparecido.

Como pasa la nube y se deshace, el que baja a la tumba no sube ya; no vuelve a su casa, su morada no vuelve a verlo. Por eso no frenaré mi lengua, hablará mi espíritu angustiado y mi alma amargada se quejará.

¿Soy acaso el monstruo marino o el Dragón para que me pongas un guardián? Cuando pienso que el lecho me aliviará y la cama soportará mis quejidos, entonces me espantas con sueños y me aterrorizas con pesadillas. Preferiría morir asfixiado, preferiría la muerte, más que estos dolores.

No he de vivir por siempre: déjame, que mis días son un soplo. ¿Qué es el hombre para que le des importancia, para que tanto te ocupes de él, para que le pases revista por la mañana y lo examines a cada momento? ¿Por qué no apartas de mí la vista y no me dejas ni tragar saliva?

Si he pecado, ¿qué te he hecho, Centinela del hombre? ¿Por qué me has tomado como blanco y me he convertido en carga para ti? ¿Por qué no me perdonas mi delito y borras ya mi iniquidad? Muy pronto me acostaré en el polvo, me buscarás y ya no existiré.»

RESPONSORIO Jb 7, 5. 7. 6

R. Mi carne está cubierta de gusanos y de costras terrosas, la piel se me rompe y me supura. * Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.
V. Mis días corren más que la lanzadera y se consumen sin esperanza.
R. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo.

SEGUNDA LECTURA

De los Tratados de san Zenón de Verona, obispo.
(Tratado 15, 2: PL 11, 441-443)

JOB ERA FIGURA DE CRISTO

Job, en cuanto nos es dado entender, hermanos muy amados, era figura de Cristo. Tratemos de penetrar en la verdad mediante la comparación entre ambos. Job fue declarado justo por Dios. Cristo es la misma justicia, de cuya fuente beben todos los bienaventurados; de él, en efecto, se ha dicho: Los iluminará un sol de justicia. Job fue llamado veraz. Pero la única verdad auténtica es el Señor, el cual dice en el Evangelio: Yo soy el camino y la verdad. Job era rico. Pero, ¿quién hay más rico que el Señor? Todos los ricos son siervos suyos, a él pertenece todo el orbe y toda la naturaleza, como afirma el salmo: Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes. El diablo tentó tres veces a Job. De manera semejante, como nos explican los Evangelios, intentó por tres veces tentar al Señor. Job perdió sus bienes. También el Señor, por amor a nosotros, se privó de sus bienes celestiales y se hizo pobre, para enriquecernos a nosotros. El diablo, enfurecido, mató a los hijos de Job. Con parecido furor, el pueblo farisaico mató a los profetas, hijos del Señor. Job se vio manchado por la lepra. También el Señor, al asumir carne humana, se vio manchado por la sordidez de los pecados de todo el género humano.

La mujer de Job quería inducirlo al pecado. También la sinagoga quería inducir al Señor a seguir las tradiciones corrompidas de los ancianos. Job fue insultado por sus amigos. También el Señor fue insultado por sus sacerdotes, los que debían darle culto. Job estaba sentado en un estercolero lleno de gusanos. También el Señor habitó en un verdadero estercolero, esto es, en el cieno de este mundo y en medio de hombres agitados como gusanos por multitud de crímenes y pasiones.

Job recobró la salud y la fortuna. También el Señor, al resucitar, otorgó a los que creen en él no sólo la salud, sino la inmortalidad, y recobró el dominio de toda la naturaleza, como él mismo atestigua cuando dice: Todas las cosas ha puesto el Padre en mis manos. Job engendró nuevos hijos en sustitución de los anteriores. También el Señor engendró a los santos apóstoles como hijos suyos, después de los profetas. Job, lleno de felicidad, descansó por fin en paz. Y el Señor permanece bendito para siempre, antes del tiempo y en el tiempo, y por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO Hb 12, 1-2; 2Co 6, 4-5

R. Corramos con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada, * llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.
V. Acreditémonos por nuestra mucha constancia en las tribulaciones, necesidades y angustias, en los azotes y prisiones.
R. Llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.

ORACIÓN.

Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.