Oficio de Lectura
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Himno: SEÑOR, TÚ QUE LLAMASTE
Señor, tú que llamaste
del fondo del no ser todos los seres,
prodigios del cincel de tu palabra,
imágenes de ti resplandecientes;
Señor, tú que creaste
la bella nave azul en que navegan
los hijos de los hombres, entre espacios
repletos de misterio y luz de estrellas;
Señor, tú que nos diste
la inmensa dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el pecado y que la muerte
destruyan en el hombre el ser divino.
Señor, tú que salvaste
al hombre de caer en el vacío,
recréanos de nuevo en tu Palabra
y llámanos de nuevo al paraíso.
Oh Padre, tú que enviaste
al mundo de los hombres a tu Hijo,
no dejes que se apague en nuestras almas
la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén
SALMODIA
Ant 1. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Salmo 130 – COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quien se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Ant 2. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Salmo 131 I – PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.
Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios mío, con alegre y sincero corazón te lo he entregado todo.
Ant 3. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.
Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»
Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.
Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.
Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha jurado a David una promesa: «Tu reino permanecerá eternamente.»
V. Venid a ver las obras del Señor.
R. Las maravillas que hace en la tierra.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Daniel 3, 8-12. 19-24. 91-97
LA ESTATUA DE ORO DEL REY. LOS JÓVENES SON LIBRADOS DEL HORNO
En aquellos días, algunos caldeos se presentaron a denunciar a los judíos. Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor:
«¡Viva el rey eternamente! Tú, oh rey, has ordenado que todo hombre, en cuanto oiga sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro, y que aquellos que no se postren para adorarla sean arrojados en un horno de fuego ardiente. Pues bien, hay unos judíos a quienes has encargado la administración de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y AbedNegó, que no te hacen caso, oh rey, no sirven a tu dios ni adoran la estatua de oro que tú has erigido.»
Entonces el rey Nabucodonosor, ebrio de cólera y demudada la expresión de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-Negó, dio orden de que se encendiese el horno siete veces más de lo acostumbrado, y mandó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed-Negó y los arrojaran al horno de fuego ardiente. Fueron, pues, atados estos hombres, con sus túnicas, sus gorros y vestidos, y arrojados al horno de fuego ardiente. El horno estaba excesivamente encendido, pues la orden del rey era perentoria, y sus llamaradas mataron a los hombres que habían llevado allá a Sadrac, Mesac y Abed-Negó, y estos tres cayeron atados en medio del horno de fuego ardiente. Pero ellos iban por entre las llamas alabando y bendiciendo a Dios. Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus consejeros:
«¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres hombres atados?»
Respondieron ellos:
«Indudablemente, oh rey.»
Dijo el rey:
«Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean libremente por el fuego sin sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses.»
Y Nabucodonosor-se acercó a la boca del horno de fuego ardiente y dijo:
«Sadrac, Mesac, Abed-Negó, servidores del Dios Altísimo, salid y venid aquí.»
Entonces salieron ellos de en medio del fuego. Los sátrapas, los prefectos, los gobernadores y los consejeros del rey se reunieron para ver a estos hombres: el fuego no había tenido ningún poder sobre su cuerpo, los cabellos de su cabeza no estaban chamuscados, sus mantos no se habían alterado y ni el olor del fuego se les había pegado. Nabucodonosor exclamó:
«Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo a las llamas antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios. Yo ordeno, pues, pueblos, naciones y lenguas: Todo aquel que hable con ligereza del Dios de Sadrac, Mesac y Abed-Negó será cortado en pedazos y su casa será arrasada, porque no hay otro dios que pueda salvar de este modo.»
Y el rey hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed-Negó en la provincia de Babilonia.
RESPONSORIO Dn 3, 49. 50. 95
R. El ángel del Señor bajó al horno junto a Azarías y sus compañeros, y empujó fuera del horno la llama de fuego; * y no los tocó el fuego ni les causó molestia alguna.
V. Bendito sea su Dios, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que confiaron en él.
R. Y no los tocó el fuego ni les causó molestia alguna.
SEGUNDA LECTURA
De las Conferencias de santo Tomás de Aquino, presbítero
(Conferencia sobre el Credo: Opuscula theologica 2, Turín 1954, pp. 216-217)
ME SACIARÉ DE TU SEMBLANTE
Adecuadamente termina el Símbolo, resumen de nuestra fe, con aquellas palabras: «La vida perdurable. Amén.» Porque esta vida perdurable es el término de todos nuestros deseos.
La vida perdurable consiste primariamente en nuestra unión con Dios, ya que el mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas: Yo soy tu escudo y tu paga abundante. Esta unión consiste en la visión perfecta: Al presente vemos a Dios como en un espejo y borrosamente. Entonces lo veremos cara a cara.
También consiste en la suprema alabanza, como dice el profeta: Allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos.
Consiste asimismo en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto el hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice san Agustín: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti.»
Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto, y por esto sus deseos quedarán saciados y tendrán más aún de lo que deseaban. Por esto dice el Señor: Entra en el gozo de tu Señor. Y san Agustín dice: «Todo el gozo no cabrá en todos, pero todos verán colmado su gozo. Me saciaré de tu semblante»; y también: «Él sacia de bienes tus anhelos.»
Todo lo que hay de deleitable se encuentra allí superabundantemente. Si se desean los deleites, allí se encuentra el supremo y perfectísimo deleite, pues procede de Dios, sumo bien: Alegría perpetua a tu derecha.
La vida perdurable consiste también en la amable compañía de todos los bienaventurados, compañía sumamente agradable, ya que cada cual verá a los demás bienaventurados participar de sus mismos bienes. Todos, en efecto, amarán a los demás como a sí mismos, y por esto se alegrarán del bien de los demás como del suyo propio. Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno se verán aumentados con el gozo de todos.
RESPONSORIO Sal 16, 15; 1Co 13, 12
R. Con mi apelación vengo a tu presencia, * y al despertar me saciaré de tu semblante.
V. Ahora conozco a Dios imperfectamente, pero entonces lo conoceré como soy por él conocido.
R. Y al despertar me saciaré de tu semblante
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.