Inicio - Oraciones - Oficio de Lectura - Oficio de lectura - viernes 02 diciembre 2022
Generic filters

Filtro

Oficio de lectura – viernes 02 diciembre 2022

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: Verbo que del cielo bajas

Verbo que del cielo bajas, Luz del Padre que, naciendo, socorres al mundo mísero con el correr de los tiempos:

Ilumina el corazón, quema de amor nuestro pecho, y borren tus enseñanzas tantos deslices y yerros,

para que, cuando regreses como juez de nuestros hechos, castigues el mal oculto y corones a los buenos.

Que la maldad no nos lance por nuestras culpas al fuego, más felices moradores
nos veamos en tu reino.

A Dios Padre y a su Hijo gloria y honor tributemos, y al Espíritu Paráclito, por los siglos sempiternos. Amén.

Salmodia

Ant 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Salmo 34 Súplica contra los perseguidores injustos

Pelea, Señor, contra los que me atacan, guerrea contra los que me hacen guerra; empuña el escudo y la adarga, levántate y ven en mi auxilio; di a mi alma: «Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor, gozando de su victoria; todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú, que defiendes al débil del poderoso, al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos: me acusaban de cosas que ni sabía, me pagaban mal por bien, dejándome desamparado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Ant 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Salmo 34

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos, me vestía de saco, me mortificaba con ayunos y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano, andaba triste, cabizbajo y sombrío, como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron, se juntaron contra mí y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar, cruelmente se burlaban de mí, rechinando los dientes de odio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

Ant 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

Salmo 34

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo? Defiende mi vida de los que rugen, mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores, que no se hagan guiños a mi costa los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles; Señor, no te quedes a distancia; despierta, levántate, Dios mío; Señor mío, defiende mi causa. Júzgame tú según tu justicia.

Que canten y se alegren los que desean mi victoria; que repitan siempre: «Grande es el Señor», los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

Versículo

V. Derrama, Señor, tu misericordia sobre nosotros.
R. Danos tu salvación, según tu promesa.

Primera lectura

Del libro del profeta Isaías 11, 10-16

Retorno del resto del pueblo de Dios

Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como bandera de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada. Aquel día, el Señor tenderá otra vez su mano para rescatar el resto de su pueblo: los que queden en Asiria y en Egipto, en Patros y en Cus y en Elam, en Senaar y en Jamat y en las islas. Izará una enseña para las naciones, para reunir a los dispersos de Israel, y congregará a los desperdigados de Judá de los cuatro extremos del orbe. Cesará la envidia de Efraím y se acabarán los rencores de Judá: Efraím no envidiará a Judá, ni Judá tendrá rencor contra Efraím. Hombro con hombro marcharan contra Filistea a occidente, y unidos despojarán a los habitantes de oriente: Edom y Moab caerán en sus manos, y los hijos de Ammón se les someterán.

El Señor secará el golfo del mar de Egipto, y alzará la mano contra el Río; con su soplo potente herirá sus siete canales, que se pasarán en sandalias. Y habrá una calzada para el resto de su pueblo que quede en Asiria, como la tuvo Israel cuando subió de Egipto.

Responsorio Is 5, 26; 56, 8; 55, 13

R. El Señor izará una enseña para un pueblo remoto, y reunirá a los dispersos de Israel.

V. Será esto para gloria del Señor, para señal eterna que jamás se borrará.
R. Y reunirá a los dispersos de Israel.

Segunda lectura

Del libro Proslógion de san Anselmo, obispo

Deseo de contemplar a Dios

Deja un momento tus ocupaciones habituales, hombre insignificante, entra un instante en tí mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones agobiantes y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Reposa en Dios un momento, descansa siquiera un momento en él.

Entra en lo más profundo de tu alma, aparta de ti todo, excepto Dios y lo que puede ayudarte a alcanzarlo; cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio. Di con todas tus fuerzas, di al Señor: «Busco tu rostro; tu rostro busco, Señor.»

Y ahora, Señor y Dios mío, enséñame dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo te encontraré.

Si no estás en mí, Señor, si estás ausente, ¿dónde te buscaré? Si estás en todas partes, ¿por qué no te veo aquí presente? Es cierto que tú habitas en una luz inaccesible, pero ¿dónde está esa luz inaccesible?, ¿cómo me aproximaré a ella?, ¿quién me guiará y me introducirá en esa luz para que en ella te contemple? ¿Bajo qué signos, bajo qué aspecto te buscaré? Nunca te he visto, Señor y Dios mío, no conozco tu rostro.

Dios altísimo, ¿qué hará este desterrado, lejos de ti?, ¿qué hará este servidor tuyo, sediento de tu amor, que se encuentra alejado de ti? Desea verte y tu rostro está muy lejos de él. Anhela acercarse a ti y tu morada es inaccesible. Arde en deseos de encontrarte e ignora dónde vives. No suspira más que por ti y jamás ha visto tu rostro.

Señor, tú eres mi Dios, tú eres mi Señor y nunca te he visto. Tú me creaste y me redimiste, tú me has dado todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. He sido creado para verte, y todavía no he podido alcanzar él fin para el cual fui creado.

Y tú, Señor, ¿hasta cuándo nos olvidarás, hasta cuándo dejarás de apartar tu rostro? ¿Cuándo volverás tu mirada hacia nosotros? ¿Cuándo nos escucharás? ¿Cuándo iluminarás nuestros ojos y nos mostrarás tu rostro? ¿Cuándo accederás a nuestros deseos?

Míranos, Señor, escúchanos, ilumínanos, muéstrate a nosotros. Colma nuestros deseos y seremos felices; sin ti todo es hastío y tristeza. Ten piedad de nuestros trabajos y de los esfuerzos que hacemos por llegar hasta ti, ya que sin ti nada podemos.

Enséñame a buscarte, muéstrame tu rostro, porque si tú no me lo enseñas no puedo buscarte. No puedo encontrarte si tú no te haces presente. Te buscaré deseándote, te desearé buscándote; amándote te encontraré, encontrándote te amaré.

Responsorio Sal 79, 19. 20; 105, 4

R. No nos alejaremos de ti, Señor; danos vida, para que invoquemos tu nombre: Que brille tu rostro sobre nosotros y nos salve.

V. Acuérdate de nosotros por amor a tu pueblo, visítanos con tu salvación.
R. Que brille tu rostro sobre nosotros y nos salve.

Oración.
Muestra, Señor, tu poder y ven a nosotros, para que por tu protección nos veamos libres de los peligros que nos amenazan a causa de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

Conclusión

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

Loading