Santo Tomás de Aquino. Presbítero y Doctor de la Iglesia.
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Laudes
¡Señor abre mis labios!
R/: ¡Y mi boca proclamará tu alabanza!
Salmo 94:
¡Invitación a la alabanza Divina!
¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
Venid, aclamemos al Señor,
Demos vítores a la Roca que nos salva;
Entremos a su presencia dándole gracias,
Aclamándolo con cantos.
R/: ¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
Porque el Señor es un Dios grande,
Soberano de todos los dioses:
Tiene en su mano las cimas de la tierra,
Son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar porque él lo hizo,
La tierra firme que modelaron sus manos.
R/: ¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
Venid, postrémonos por tierra,
Bendiciendo al Señor creador nuestro,
Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo,
El rebaño que él guía.
R/: ¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
Ojalá escuchéis hoy su voz:
“No endurezcáis el corazón como en Meribá,
Como el día de Masá en el desierto:
Cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
Y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
R/: ¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
Durante 40 años, aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
Que no reconoce mi camino,
Por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.”
¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!
¡Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría!
Himno:
Experiencia de Dios fue vuestra ciencia, su Espíritu veraz os dio a beberla,
en la revelación que es su presencia en velos de palabra siempre nueva.
Abristeis el camino para hallarla a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que al contemplarla, enciende nuestras luces que iluminan.
Saber de Dios en vida convertido es la virtud del justo, que a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido, que fuera su verdad, su pensamiento.
En nuestro corazón de criaturas, no se encendió la luz para esconderla,
que poco puede andar quien anda a oscuras por sendas de verdad sin poder verla.
Demos gracias a Dios humildemente y al Hijo, su Verdad que a todos guía,
dejemos que su Luz, faro esplendente, nos guíe por el mar de nuestra vida.
Amén.
Salmodia:
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Salmo 86:
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios.
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.”
Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
¡El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede!
Cántico:
Isaías, capítulo 40, versículos 10 al 17.
Mirad, el Señor Dios, llega con poder, y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar o mensurado a palmos el cielo, o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor? ¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo, para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano, el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas como si no existieran,
Son ante él como nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
¡El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede!
¡Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies!
Salmo 98:
El Señor reina, tiemblen las naciones; sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible: Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia, tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho, tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
¡Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies!
Lectura breve:
Sabiduría, capítulo 7, versículos 13 al 14:
Aprendí la sabiduría sin malicia, la reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas.
Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que la adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
Responsorio breve:
¡Que todos los pueblos proclamen la Sabiduría de los Santos!
¡Que todos los pueblos proclamen la Sabiduría de los Santos!
¡Y que la asamblea pregone su alabanza!
¡La Sabiduría de los Santos!
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!
¡Que todos los pueblos proclamen la Sabiduría de los Santos!
Cántico evangélico:
¡Bendito sea el Señor, por cuyo amor santo Tomás estudió, oró asiduamente y trabajó!
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
Según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;
Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza,
Y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
Le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
Anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!
¡Bendito sea el Señor, por cuyo amor santo Tomás estudió, oró asiduamente y trabajó!
Preces:
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
¡Apacienta a tu pueblo, Señor!
Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Acudamos ahora a nuestro Padre Celestial, diciendo:
Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre,
Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. ¡Amén!
Oración:
Oh Dios, que hiciste de Santo Tomás de Aquino un varón preclaro por su anhelo de santidad y por su dedicación a las ciencias sagradas, concédenos entender lo que él enseñó e imitar el ejemplo que nos dejó en su vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve, a ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra; vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos y después de este destierro,
Muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, Oh clemente, Oh piadosa, Oh dulce Virgen María.
¡El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna!,
R/: ¡Amén!