Vísperas
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: Escucha, casa de David
Escucha, casa de David: La Virgen pura se halla encinta; Dios la acaricia y la fecunda y la hace Madre de la vida.
La Virgen grávida nos lleva en el secreto de su dicha; la Virgen fiel nos abre ruta por su obediencia de discípula.
Espera en calma la agraciada, con ella el mundo se arrodilla; levanta el pobre la mirada, con ella pide la venida.
Nacido en tiempos sin aurora, el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza, cambia tu espera en parusía!
¡A ti, Jesús, Hijo esperado, aparecido en nuestros días, con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.
Salmodia
Ant 1. Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos.
Salmo 109, 1-5. 7 – El mesías, rey y sacerdote.
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contemplad cuán glorioso es el que viene a salvar a todos los pueblos.
Ant 2. Lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale: ven, Señor, y no tardes más. Aleluya.
Salmo 111 Felicidad del justo
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale: ven, Señor, y no tardes más. Aleluya.
Ant 3. Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.
Cántico: Las bodas del cordero – Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se dilatará su principado con una paz sin límites. Aleluya.
Lectura Flp 4, 4-5
Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.
Responsorio
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Cántico Evangélico
Ant. Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
Cántico de María.
Alegría del alma en el Señor Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
Preces
Hermanos, oremos a Cristo, el Señor que viene a salvar a todos los hombres, y digámosle confiadamente:
Ven, Señor Jesús.
-Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo la gloria de tu divinidad, vivifica al mundo con tu venida.
Ven, Señor Jesús.
-Tú que participaste de nuestra debilidad, concédenos tu misericordia.
Ven, Señor Jesús.
-Tú que en tu primera venida viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados, absuélvenos de todas las culpas, cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad.
Ven, Señor Jesús.
-Tú que lo gobiernas todo con tu poder, ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.
Ven, Señor Jesús.
-Tú que estás sentado a la derecha del Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.
Ven, Señor Jesús.
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, digamos al Padre:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.