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Vísperas I oración de la tarde I domingo 20 febrero 2022

Vísperas

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Santa unidad y Trinidad beata: con los destellos de tu brillo eterno, infunde amor en nuestros corazones, mientras se va alejando el sol de fuego.

Por la mañana te cantamos loas y por la tarde te elevamos ruegos, pidiéndote que estemos algún día entre los que te alaban en el cielo.

Glorificado sean por los siglos de los siglos el Padre y su Unigénito, y que glorificado con entrambos sea por tiempo igual el Paracleto. Amén

Salmodia

Ant: Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha».

Salmo 109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso, levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha».

Salmo 110: Grandes son las obras del Señor

Ant: El Señor, piadoso y clemente, ha hecho maravillas memorables. Aleluya.

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza, su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican; la alabanza del Señor dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor, piadoso y clemente, ha hecho maravillas memorables. Aleluya.

Cántico
Apocalipsis 19,1-7: Las bodas del Cordero

Ant: Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido.
Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

Lectura

1P 1,3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.

V/. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
R/. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V/. Digno de gloria y alabanza por los siglos.
R/. En la bóveda del cielo.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

Cántico Ev.

Ant: «No juzguéis, y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros», dice el Señor.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienesy a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: «No juzguéis, y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros», dice el Señor.

Preces

Invoquemos a Dios, nuestro Padre, que maravillosamente creó al mundo, lo redimió de forma más admirable aún y no cesa de conservarlo con amor, y digámosle con alegría:
Renueva, Señor, las maravillas de tu amor.

– Te damos gracias, Señor, porque, a través del mundo, nos has revelado tu poder y tu gloria; haz que sepamos ver tu providencia en los avatares del mundo

– Tú que por la victoria de tu Hijo en la cruz, anunciaste la paz al mundo, líbranos de toda desesperación y de todo temor.

– A todos los que aman la justicia y trabajan por conseguirla, concédeles que cooperen, con sinceridad y concordia, en la edificación de un mundo mejor

– Ayuda a los oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos, da pan a los hambrientos, fortalece a los débiles, para que en todos se manifieste el triunfo de la cruz

– Tú que al tercer día resucitaste gloriosamente a tu Hijo del sepulcro, haz que nuestros hermanos difuntos lleguen también a la plenitud de la vida

Concluyamos nuestra súplica con la oración que el mismo Señor nos enseñó:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Final

Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir, de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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