Vísperas
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Hacedor de la luz: tú que creaste la que brilla en los días de este suelo, y que, mediante sus primeros rayos, diste principio al universo entero.
Tú que nos ordenaste llamar día al tiempo entre la aurora y el ocaso, ahora que la noche se aproxima oye nuestra oración y nuestro llanto.
Que cargados con todas nuestras culpas no perdamos el don de la otra vida, al no pensar en nada duradero y al continuar pecando todavía.
Haz que, evitando todo lo dañoso y a cubierto de todo lo perverso, empujemos las puertas celestiales y arrebatemos el eterno premio.
Escucha nuestra voz, piadoso Padre, que junto con tu Hijo Jesucristo y con el Santo Espíritu Paráclito, reinas y reinarás en todo siglo.
Amén.
Salmodia
Ant: Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.
Salmo 109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso, levantará la cabeza.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Yo mismo te engendré, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Aleluya.
Salmo 111: Felicidad del justo
Ant: Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados
Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados
Cántico
Apocalipsis 19,1-7: Las bodas del Cordero
Ant: Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos, los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido.
Aleluya.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Alabad al Señor, sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya
Lectura
Hb 12,22-24
Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
V/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V/. Su sabiduría no tiene medida.
R/. Es grande y poderoso.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Nuestro Señor es grande y poderoso.
Cántico Ev.
Ant: El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien.
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien.
Preces
Alegrándonos en el Señor, de quien viene todo don, digámosle:
Escucha, Señor, nuestra oración
– Padre y Señor de todos, que enviaste a tu Hijo al mundo para que tu nombre fuese glorificado, desde donde sale el sol hasta el ocaso, fortalece el testimonio de tu Iglesia entre los pueblos.
– Haznos dóciles a la predicación de los apóstoles, y sumisos a la verdad de nuestra fe.
– Tú que amas a los justos, haz justicia a los oprimidos.
– Libera a los cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan, guarda a los peregrinos.
– Haz que los que duermen ya el sueño de la paz lleguen, por tu Hijo, a la santa resurrección.
Unidos entre nosotros y con Jesucristo, y dispuestos a perdonarnos siempre unos a otros, dirijamos al Padre nuestra súplica confiada:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Final
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.