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Vísperas – oración de la tarde – Jueves 12 mayo 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Himno

Es la Pascua real, no ya la sombra, la verdadera Pascua del Señor; la sangre del pasado es sólo un signo, la mera imagen de la gran unción.

En verdad, tú, Jesús, nos protegiste con tus sangrientas manos paternales; envolviendo en tus alas nuestras almas, la verdadera alianza tú sellaste.

Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne reconciliada con tu Padre eterno; y desde arriba, vienes a llevarnos a la danza festiva de tu cielo.

Oh gozo universal, Dios se hizo hombre para unir a los hombres con su Dios; se rompen las cadenas del infierno, y en los labios renace la canción.

Cristo, Rey eterno, te pedimos que guardes con tus manos a tu Iglesia, que protejas y ayudes a tu pueblo y que venzas con él a las tinieblas. Amén.

Salmodia

Ant. 1 El Señor es mi refugio y mi libertador. Aleluya.
Salmo 143
Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea; mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos.

Señor, ¿Qué es el hombre para que te fijes en él? ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? El hombre es igual que un soplo; sus días, como una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende, toca los montes, y echarán humo, fulmina el rayo y dispérsalos, dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los extranjeros, cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 El Señor es mi refugio y mi libertador. Aleluya.
Ant. 2 Gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo.

Defiéndeme de la espada cruel, sálvame de las manos de extranjeros, cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso.

Sean nuestros hijos un plantío, crecidos desde su adolescencia; nuestras hijas sean columnas talladas, estructura de un templo.

Que nuestros silos estén repletos de frutos de toda especie; que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas, y nuestros bueyes vengan cargados, que no haya brechas ni aberturas, ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.
Ant. 3 Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre. Aleluya.
Cántico Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12ª

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo y lo será siempre. Aleluya.

Lectura 1Pe 3, 18.22

Cristo murió una sola vez por nuestros pecados, siendo justo murió por nosotros los injustos, para llevarnos a Dios. Fue entregado a la muerte según la carne, pero fue resucitado según el espíritu, Él, después de subir al cielo, está a la diestra de Dios y le están sometidos los ángeles, las dominaciones y las potestades.

Responsorio breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Ant. Yo soy el Pastor de las ovejas; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María

Ant. Yo soy el Pastor de las ovejas; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Aleluya.

Preces.
Alabemos y glorifiquemos a Cristo, a quien Dios Padre constituyó fundamento de nuestra esperanza y primicia de la humanidad resucitada, y aclamémoslo suplicantes:
Rey de la gloria, escúchanos.
-Señor Jesús, tú que, por tu propia sangre y por tu resurrección, penetraste en el santuario de Dios, llévanos contigo al reino del Padre.

-Tú que, por tu resurrección, robusteciste la fe de tus discípulos y los enviaste a anunciar el Evangelio al mundo, haz que los obispos y presbíteros sean fieles heraldos de tu Evangelio.

-Tú que, por la resurrección, eres nuestra reconciliación y nuestra paz, haz que todos los bautizados vivan en la unidad de una sola fe y de un solo amor.

-Tú que, por tu resurrección, diste la salud al tullido del templo, mira con bondad a los enfermos y manifiesta en ellos tu gloria.

-Tú que, por tu resurrección, fuiste constituido primogénito de los muertos que resucitan, haz que los difuntos que en ti creyeron y espera- ron participen de tu gloria.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración.
Señor Dios nuestro, que al restaurar la naturaleza humana le otorgaste una dignidad mayor que la que tuvo en sus orígenes, mantén siempre tus inefables designios de amor hacia nosotros, y conserva en quienes hemos renacido por el bautismo los dones que de tu bondad hemos recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Conclusión.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

 

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