Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno
Señor, la luz del día ya se apaga, la noche va extendiendo sus tinieblas; alumbra lo más hondo de las almas en este santo tiempo de Cuaresma.
Conoces nuestra vida y nuestra historia y sabes que también hemos pecado,
por eso hacia ti nos dirigimos confiando que seremos perdonados.
Unidos con la Iglesia recorremos la senda que nos lleva hasta el Calvario,
llevando en nuestro cuerpo tus dolores, sufriendo lo que aún no has completado.
Escucha nuestra voz, amado Padre, que, junto con tu Hijo Jesucristo,
enviaste tu Espíritu a los hombres, sellando con tu gracia sus destinos. Amén
Salmodia
Ant. 1 Te hago luz de las naciones, para que seas
mi salvación hasta el fin de la tierra.
Salmo 71
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rijas a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz, y los collados justicia; que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del pobre y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol, como la luna, de edad en edad; que baje como lluvia al césped, como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna.
Que domine de mar a mar, del Gran Río hasta el confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales; que sus enemigos muerdan el polvo; que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Ant. 2 Socorrerá el Señor a los hijos de los pobres; rescatará sus vidas de la violencia.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres; Él rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos.
Que haya trigo abundante en los campos, y ondee en lo alto de los montes,
den fruto como el Líbano, y broten las espigas como las hiervas del campo.
Que su nombre sea eterno, y su fama como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso, que su gloria llene la tierra. ¡Amén, Amén!!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 socorrerá el Señor a los hijos de los pobres; rescatará sus vidas de la violencia.
Ant. 3 ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Lectura
Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; purificad vuestros corazones, gente que obráis con doblez. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
Responsorio
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia»
Cántico
Ant. Aquel rico que negó las migajas de pan a Lázaro pidió luego una gota de agua.
Cántico de la Santísima Virgen María
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aquel rico que negó las migajas de pan a Lázaro pidió luego una gota de agua.
Preces.
Celebremos la misericordia de Dios, que nos ilumina con la gracia del Espíritu Santo para que nuestra vida resplandezca con obras de fe y santidad, y supliquémosle, diciendo:
Renueva, Señor, al pueblo redimido por Cristo.
-Señor, fuente y autor de toda santidad, haz que los obispos, sacerdotes y diáconos, al participar de la mesa eucarística se unan más plenamente a Cristo, para que vean renovada la gracia que les fue conferida por la imposición de manos.
-Impulsa a tus fieles para que, con santidad de vida, participen activamente de la mesa de la palabra y del cuerpo de Cristo y vivan lo que han recibido por la fe y los sacramentos.
-Concédenos, Señor, que reconozcamos la dignidad de todo hombre redimido con la sangre de tu Hijo y que respetemos su libertad y su conciencia.
-Haz que todos los hombres sepan moderar sus deseos de bienes temporales y que atiendan a las necesidades de los demás.
-Acuérdate, Señor, de todos los que has llamado hoy a la eternidad y concédeles el don de la eterna bienaventuranza.
Invoquemos a Dios Padre con la oración que nos enseñó Jesús:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración.
Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes, en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Conclusión.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.