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Vísperas – oración de la tarde – jueves 17 noviembre 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: Un amor casto y puro

Un amor casto y puro calladamente: más grande que la vida y que la muerte.
Dulce su casa, y su marido en ella se contemplaba.

Era su amor de madre como una rosa: pétalos de fragancia y espinas rojas.
Y era su seno un arrullo de lirios y de silencios.

Olor a roja viña y a tierna hogaza: y su mano prudente acariciaba.
Sus dedos limpios iban tejiendo lana para sus hijos.

Y Dios desde su cielo se sonreía, por la casta frescura de fuente limpia.
Amor callado que vestía al Cordero de rojo y blanco. Amén.

Salmodia

Ant 1. Tu sierva, Señor, se regocijó con tu salvación.

Salmo 121 La ciudad santa de Jerusalén

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu sierva, Señor, se regocijó con tu salvación.
Ant. Como está sólido el fundamento sobre la roca, así estuvo la voluntad de Dios en el corazón de la mujer santa.

Salmo 126 El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Como está sólido el fundamento sobre la roca, así estuvo la voluntad de Dios en el corazón de la mujer santa.

Ant. El Señor te ha dado su fuerza, por ello serás bendita eternamente.

El plan divino de salvación Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor te ha dado su fuerza, por ello serás bendita eternamente.

Lectura Rm. 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Responsorio

V. El Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.

V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.

Cántico Evangélico

Ant. Os aseguro que lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Cántico de María. Alegría del alma en el Señor Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. Os aseguro que lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Preces

Supliquemos a Dios en bien de su Iglesia por intercesión de las santas mujeres y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

-Por intercesión de las santas mártires, que con la fuerza del espíritu superaron la muerte del cuerpo, concede, Señor, a tu Iglesia ser fuerte en la tentación.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

-Por intercesión de las santas esposas, que por medio del matrimonio crecieron en tu amor, concede, Señor, a tu Iglesia la fecundidad apostólica.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

-Por intercesión de las santas viudas, que por la hospitalidad y la oración superaron la soledad, concede, Señor, a tu Iglesia ser para el mundo signo manifiesto de tu amor a los hombres.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

-Por intercesión de las santas madres, que engendraron sus hijos no sólo para la vida del mundo, sino también para la salvación eterna, concede, Señor, a tu Iglesia engendrar para tu reino a todos los pueblos.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

-Por intercesión de todas las mujeres santas, que han sido ya admitidas a contemplar la belleza de tu rostro, concede, Señor, a los difuntos de la Iglesia gozar también de la luz eterna de tu presencia.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

 

Fieles a la recomendación del Salvador, digamos al Padre común:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración

Dios nuestro, que concediste a santa Isabel de Hungría el don de reconocer y venerar a Cristo en los pobres, concédenos, por su intercesión, que sirvamos siempre a los necesitados y afligidos con una incansable caridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

 

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