Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno:
Es la Pascua real, no ya la sombra, la verdadera Pascua del Señor; la sangre del pasado es sólo un signo, la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste con tus sangrientas manos paternales; envolviendo en tus alas nuestras almas, la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne reconciliada con tu Padre eterno; y, desde arriba, vienes a llevarnos a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre para unir a los hombres con su Dios; se rompen las cadenas del infierno, y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
Salmodia
Ant 1. Cambiaste mi luto en gozo. Aleluya.
Salmo 29
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuándo bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro: «No vacilaré jamás.» Tu bondad, Señor, me aseguraba el honor y la fuerza; pero escondiste tu rostro, y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé, supliqué a mi Dios: «¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo, o va a proclamar tu lealtad? Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta; te cantará mi alma sin callarse. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cambiaste mi luto en gozo. Aleluya.
Ant 2. Hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. Aleluya.
Salmo 31
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos, rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se me había vuelto un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir, fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos, cuyo brío hay que domar con freno y brida; si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas; al que confía en el Señor, la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor, aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo. Aleluya.
Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.
Cántico:
El juicio de dios
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones, llegó tu cólera, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.
Lectura
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
Responsorio
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
Cántico Evangélico
Ant. Esto os lo he dicho para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo quede colmado. Aleluya.
Cántico de María.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esto os lo he dicho para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo quede colmado. Aleluya.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los muertos como primicia de los que han dormido, y supliquémosle, diciendo:
Tú que has resucitado de entre los muertos, escucha, Señor, nuestra oración.
-Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta los confines del mundo: que tus bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.
-Tú, Señor, que eres el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas, visítanos con tu amor y sálvanos.
-Tú que experimentaste los dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria, levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos.
-Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo, libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.
-Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte y mereciste para todos el don de la inmortalidad, concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración
Dios nuestro, cuya gracia nos transforma de culpables en justos, de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia y con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya la justificación por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.