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Vísperas – oración de la tarde – jueves 4 mayo 2023

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: TRISTES ESTABAN LOS APÓSTOLES.

Tristes estaban los apóstoles

tras sepultar a Cristo

que, a muerte despiadada,

lo sentenciaron los impíos.

 

Con dulces palabras, un ángel

a las mujeres dijo

que en Galilea el Señor

habría muy pronto de ser visto.

 

Mientras corrían presurosas

a hablar a los discípulos,

lo ven, besan sus pies,

pues se les aparece vivo.

 

Cuando lo saben los apóstoles

acuden velocísimos

a ver en Galilea

el rostro adorable de Cristo.

 

Sé, Jesús, de las almas júbilo

y pascual regocijo,

a tus triunfos asócianos,

que en la gracia hemos renacido.

 

Tribútese, oh Jesús, la gloria

a ti, que, ya vencido

el reino de la muerte,

nos abres lúcido el camino. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre. Aleluya.

 

Salmo 115 – ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.

 

Tenía fe, aun cuando dije:

«¡Qué desgraciado soy!»

Yo decía en mi apuro:

«Los hombres son unos mentirosos.»

 

¿Cómo pagaré al Señor

todo el bien que me ha hecho?

Alzaré la copa de la salvación,

invocando su nombre.

Cumpliré al Señor mis votos

en presencia de todo el pueblo.

 

Vale mucho a los ojos del Señor

la vida de sus fieles.

Señor, yo soy tu siervo,

siervo tuyo, hijo de tu esclava:

rompiste mis cadenas.

 

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

invocando tu nombre, Señor.

Cumpliré al Señor mis votos

en presencia de todo el pueblo,

en el atrio de la casa del Señor,

en medio de ti, Jerusalén.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre. Aleluya.

 

Ant 2. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Aleluya.

 

Salmo 125 – DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Aleluya.

Ant 3. Si me amáis, guardaréis mis mandatos. Aleluya.

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN – Ef 1, 3-10

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

El nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Si me amáis, guardaréis mis mandatos. Aleluya.

 

LECTURA BREVE Ef 4, 11-13

Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

RESPONSORIO BREVE

V. Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya

R. Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya

 

V. Sus maravillas a todas las naciones.

R. Aleluya, aleluya

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. Aleluya.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. Aleluya.

 

PRECES

Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

 

Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se manifestara en primer lugar a los apóstoles,

haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

 

Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,

haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

 

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,

haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus frutos con alegría.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

 

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,

haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,

concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

 

Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles:

Padre nuestro…

ORACIÓN

Señor, tú que nos alegras todos los años con esta fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, que, viviendo ahora íntimamente unidos a la muerte y resurrección de tu Hijo, podamos, en la eternidad, contemplar la gloria de tu rostro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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