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Vísperas – oración de la tarde – lunes 14 marzo 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno

Esta es la hora para el buen amigo, llena de intimidad y confidencia, y en la que, al examinar nuestra conciencia, igual que siente el rey, siente el mendigo.
Hora en que el corazón encuentra abrigo para lograr alivio a su dolencia y, al evocar la edad de la inocencia, logra en el llanto bálsamo y castigo.
Hora en que arrullas, Cristo, nuestra vida con tu amor y caricia inmensamente y que, a humildad y a llanto, nos convida.
Hora en que un ángel roza nuestra frente y en que el alma, como cierva herida, sacia su sed en la escondida fuente. Amén.

Salmodia

Ant. 1 Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Salmo 44

Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono ¡oh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Ant. 2 Llega el esposo, salid a recibirlo.

Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna: prendado está el rey de tu belleza, póstrate ante él, que él es tu Señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocados; la llevan ante el rey, con séquitos de vírgenes, la siguen sus compañeras: las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.
“A cambio de tus padres tendrás hijos, que nombrarás príncipes de toda la tierra,» Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Llega el esposo, salid a recibirlo.
Ant. 3 Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

Cántico

Ef. 1,3-10
Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos a concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

Lectura

Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.

Responsorio

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
Cántico
Ant. «No juzguéis y no seréis juzgados; con la medida con la que midáis se os medirá a vosotros», dice el Señor.
Cántico de la Santísima Virgen María

Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «No juzguéis y no seréis juzgados; con la medida con la que midáis se os medirá a vosotros», dice el Señor.

Preces

Bendigamos a Dios, nuestro Padre, que por la palabra de su Hijo prometió escuchar la oración de los que se reúnen en su nombre, y, confiados en esta
promesa, supliquémosle, diciendo:
Escucha a tu pueblo, Señor.
-Señor, tú que en la montaña del Sinaí diste a conocer tu ley por medio de Moisés y la perfeccionaste luego por Cristo, has que todos los hombres descubran que tienen esta ley inscrita en el corazón y que la deben
guardar para hacer efectiva la alianza que has hecho con ellos.
-Concede a los superiores fraternal solicitud hacia los que les han sido confiados, y a los súbditos espíritu de obediente colaboración.
-Fortalece el espíritu y el corazón de los misioneros y suscita en todas partes colaboradores de su obra.
-Que los niños crezcan en gracia y en edad, y que los jóvenes se abran con sinceridad a tu amor.
-Acuérdate de nuestros hermanos que ya duermen el sueño de la paz y dales parte en la vida eterna.
-Digamos a nuestro Padre, juntamente con Jesús, la oración que él nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración.

Señor, tú que para nuestro progreso espiritual nos mandas dominar nuestro cuerpo mediante la austeridad, ayúdanos a huir también de todo pecado y a entregarnos, con amor filial, al cumplimiento de tus
mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Conclusión.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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