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Vísperas – oración de la tarde – lunes 17 octubre 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: oh Dios, que eres el premio

Oh Dios, que eres el premio, la corona y la suerte de todos tus soldados, líbranos de los lazos de las culpas por este mártir a quien hoy cantamos.

El conoció la hiel que está escondida en la miel de los goces de este suelo, y, por no haber cedido a sus encantos, está gozando los del cielo eterno.

Él afrontó con ánimo seguro lo que sufrió con varonil coraje, y consiguió los celestiales dones al derramar por ti su noble sangre.

Oh piadosísimo Señor de todo, te suplicamos con humilde ruego que, en el día del triunfo de este mártir, perdones los pecados de tus siervos.

Gloria eterna al divino Jesucristo, que nació de una Virgen impecable, y gloria eterna al Santo Paracleto, y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén.

Salmodia

Ant. El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y se venga conmigo.

Salmo 114 Acción de gracias

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: “Señor salva mi vida.”

El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas me salvó.

Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo: arrancó mi alma de la muerte, de mis ojos las lágrimas, mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y se venga conmigo.

Ant. A quien me sirva, mi Padre del cielo lo premiará.

Salmo 115

Acción de gracias en el templo

Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!” Yo decía en mi apuro: “Los hombres son unos mentirosos.”

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.

Ant. A quien me sirva, mi Padre del cielo lo premiará.

Ant. El que pierda su vida por mí la encontrará para siempre.

Cántico

Himno a dios creador

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

El que pierda su vida por mí la encontrará para siempre.

Lectura 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

Responsorio

V. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.

Cántico Evangélico

Ant: Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible.

Preces

En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los mártires, diciendo:

Te glorificamos, Señor.

-Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos amaste hasta el extremo.

Te glorificamos, Señor.

-Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos y les das parte en los premios de tu reino.

Te glorificamos, Señor.

-Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.

Te glorificamos, Señor.

-Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora termina.

Te glorificamos, Señor.

-Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.

Te glorificamos, Señor.

Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que has querido que el testimonio de los mártires sea el honor de todo el cuerpo de tu Iglesia, concédenos que el martirio de san Ignacio de Antioquía, que hoy conmemoramos, así como le mereció a él una gloria eterna, así también nos dé a nosotros valor en el combate de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amé

Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén

 

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