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Vísperas – oración de la tarde – lunes 19 septiembre 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Libra mis ojos de la muerte; dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino, pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos una herramienta constructiva;cura su fiebre posesiva y ábrela al bien de mis hermanos.

Haz que mi pie vaya ligero. Da de tu pan y de tu vaso al que te sigue, paso a paso, por lo más duro del sendero.

Que yo comprenda, Señor mío, al que se queja y retrocede; que el corazón no se me quede desatendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo. ¡Tantos me dicen que estás muerto!
Y entre la sombra y el desierto, dame tu mano y ven conmigo. Amén.

Salmodia

Ant: El Señor se complace en el pobre.

Salmo 10: El Señor, esperanza del justo

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís: «Escapa como un pájaro al monte, porque los malvados tensan el arco, ajustan las saetas a la cuerda, para disparar en la sombra contra los buenos? Cuando fallan los cimientos, ¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre, les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor se complace en el pobre.

Salmo 14: ¿Quién es justo ante el Señor?

Ant: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor, el que no retracta lo que juró aun en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Cántico
Efesios 1, 3-10: El Dios Salvador

Ant: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Lectura Col 1, 9b -11
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y perseverancia.

V/. Sáname, porque he pecado contra ti
R/. Sáname, porque he pecado contra ti

V/. Yo dije: “Señor, ten misericordia”
R/. Porque he pecado contra ti.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Sáname, porque he pecado contra ti

Cántico

Ant: Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.

Preces

Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que recordando siempre su santa alianza, no cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:

Favorece a tu pueblo Señor.

-Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad.

-Congrega en la unidad a todos los cristianos: para que el mundo crea en Cristo, tu enviado.

-Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos que encuentren en ti, Señor, su verdadera felicidad.

-Muestra tu amor a los agonizantes: que puedan contemplar tu salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro: Padre nuestro.

Final

Nuestro humilde servicio, Señor, proclame tu grandeza, y, ya que por nuestra salvación te dignaste mirar la humillación de la Virgen María, te rogamos nos enaltezcas llevándonos a la plenitud de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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