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Vísperas – oración de la tarde – lunes 22 agosto 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

De hermosas contradicciones te vemos, Reina, adornada, muy mujer para divina, muy celestial para humana.

Con admiración, en ella se ve la ley derogada, muy humilde para Reina, muy exenta para esclava.

Por su caudillo la tienen las celestiales escuadras, para combatir muy tierna, para niña muy armada.

La dignidad de que goza con su modestia batalla, para mandar muy pequeña, para humillarse muy alta.

Une en sus divinos ojos al temor la confianza, muy terrible para hermosa, para espantar muy amada.

Colocada en el empíreo, en la celestial morada, corto solio a su grandeza, a su humildad mucho alcázar. Amén.

Salmodia

Ant: El Señor se complace en el pobre.

Salmo 10: El Señor, esperanza del justo

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís: «Escapa como un pájaro al monte, porque los malvados tensan el arco, ajustan las saetas a la cuerda, para disparar en la sombra contra los buenos? Cuando fallan los cimientos, ¿qué podrá hacer el justo?»

Pero el Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres.

El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia. Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre, les tocará en suerte un viento huracanado.

Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor se complace en el pobre.

Salmo 14: ¿Quién es justo ante el Señor?

Ant: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró aun en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Cántico
Efesios 1, 3-10: El Dios Salvador

Ant: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Lectura Ga 4,4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

V/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor, está contigo.
R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor, está contigo.

V/. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
R/. El Señor, está contigo.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor, está contigo.

Cántico
Ant: Dichosa tú, Virgen María, que has creído lo que te ha dicho el Señor; reinas con Cristo para siempre.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dichosa tú, Virgen María, que has creído lo que te ha dicho el Señor; reinas con Cristo para siempre.

Preces
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:

Que la llena de gracia interceda por nosotros

– Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.

– Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores, y a todos abundancia de salud y de paz.

– Tú que hiciste de María la llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

– Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

– Tú que coronaste a María como reina del cielo, haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó el Señor:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el Reino de los Cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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