Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Las banderas reales se adelantan y la cruz misteriosa en ellas brilla: la cruz en que la vida sufrió muerte y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.
Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo que, al ser herido por la lanza dura, derramó sangre y agua en abundancia para lavar con ellas nuestras culpas.
En ella se cumplió perfectamente lo que David profetizó en su verso, cuando dijo a los pueblos de la tierra: «Nuestro Dios reinará desde un madero.»
¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso, árbol ornado con la regia púrpura y destinado a que su tronco digno sintiera el roce de la carne pura!
¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes, en que estuvo colgado nuestro precio, fuiste balanza para el cuerpo santo que arrebató su presa a los infiernos.!
A ti, que eres la única esperanza, te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos que acrecientes la gracia de los justos y borres los delitos de los malos.
Recibe, oh Trinidad, fuente salubre, la alabanza de todos los espíritus, y tú que con tu cruz nos das el triunfo, añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén.
Salmodia
Ant. 1. ¡Oh gran obra de amor! Cuando en el árbol murió la Vida, con su muerte destruyó la misma muerte.
Salmo 109
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Ant. ¡Oh gran obra de amor! Cuando en el árbol murió la Vida, con su muerte destruyó la misma muerte.
Ant. 2. Adoramos, Señor, tu cruz y recordamos tu gloriosa muerte; compadécete de nosotros, tú que por nosotros padeciste.
Salmo 115
Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!» Yo decía en mi apuro: «Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Adoramos, Señor, tu cruz y recordamos tu gloriosa muerte; compadécete de nosotros, tú que por nosotros padeciste.
Ant. 3. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Cántico
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura
Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados a Cristo -judíos o griegos-: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Responsorio
V. Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles.
R. Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles.
V. Con su sangre lavó nuestras heridas.
R. En ti triunfó el Rey de los ángeles.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles.
Cántico Evangélico
Ant. Oh cruz victoriosa, signo admirable, ayúdanos a alcanzar el triunfo eterno.
Cántico de María.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Oh cruz victoriosa, signo admirable, ayúdanos a alcanzar el triunfo eterno.
Preces
Oremos a nuestro Redentor, que por su cruz nos ha salvado, y digámosle confiados:
Por tu cruz, Señor, llévanos a tu reino.
-Oh Cristo, que te anonadaste a ti mismo, tomando la condición de esclavo y pasando por uno de tantos, haz que la Iglesia imite siempre tu humildad.
-Cristo Señor, que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte y una muerte de cruz, haz que te sigamos por el camino de la obediencia y de la paciencia.
-Cristo Señor, que fuiste levantado por Dios y recibiste el Nombre sobre todonombre, concede a todos tus fieles perseverar hasta el fin.
-Cristo Jesús, ante cuyo nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo, haz que todos los hombres te adoren y vivan en tu paz.
-Cristo Jesús, a quien toda lengua proclamará: Señor, para gloria de Dios Padre, recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la eterna felicidad.
Terminemos nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración
Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.