Vísperas
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Invocación inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilioR. Señor date prisa en socorrerme.Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.
Himno
Reyes que venís por ellas,no busquéis estrellas ya,porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,no sigáis la vuestra ya,porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tantocomo cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas la estrella oscurece ya,
porque donde el sol está no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia
Ant. 1 No podéis servir a Dios y al dinero.
– Salmo 48 –
-I-
Oíd esto, todas las naciones,escuchadlo, habitantes del orbe:plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,y serán muy sensatas mis reflexiones;prestaré oído al proverbio y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas,si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,que nunca les bastará
para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa.
Mirad : los sabios mueren,lo mismo que perecen los ignorantes y necios,y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad,aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 No podéis servir a Dios y al dinero.
Ant. 2 «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
-II-
Este es el camino de los confiados,el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,me saca de las garras del abismo y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa:cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:»Ponderan lo bien que lo pasas»,irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Ant. 3. Digno es el Cordero degollado de recibir
el honor y la gloria.
Cántico
Ap. 4,11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,el honor y el poder,porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre,por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Digno es el Cordero degollado de recibir
el honor y la gloria.
Lectura breve
Ef 2, 3b-5
Éramos por nuestro natural hijos de cólera, como
los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por
el gran amor con que nos amó, aún cuando estába-
mos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con
Cristo –por pura gracia habéis sido salvados–.
Responsorio breve
V. Será la bendición de todos los pueblos.
R. Será la bendición de todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas
de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de todos los pueblos.
Cántico evangélico
Ant. Oh Cristo, luz de luz, tú te manifestaste a los magos
y ellos te presentaron sus dones. Aleluya.
Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Cristo, luz de luz, tú te manifestaste a los magos
y ellos te presentaron sus dones. Aleluya.
Preces
Unidos a los cristianos del mundo entero, oremos
y glorifiquemos al Señor, diciendo:
Escucha, Padre santo, la oración de tus hijos.
Manifiéstate, Señor, a los hombres que te buscan,
como a Dios escondido, en las diversas religiones,
ideologías o en los vestigios que de ti encuentran
la creación;
haz que todos ellos lleguen al conocimiento de
Cristo y sean iluminados por su Evangelio.
Contempla con amor a los que te adoran como a su
único Dios verdadero y te esperan como al juez
universal del último día;
que siempre vean en ti a su amigo y protector.
Acuérdate de todos aquellos a quienes constante-
mente das la vida, la luz y todos los bienes;
que nunca, Señor, se vean alejados de ti.
Manda a tus ángeles para que velen sobre los que
están de viaje
y líbralos de la muerte imprevista y repentina.
Tú que manifestaste tu verdad en esta vida a nues-
tros hermanos difuntos,
concédeles llegar a tu reino a contemplar tu ine-
fable belleza.
Como Jesucristo, también nosotros somos hijos de
Dios; por eso con él nos atrevemos a decir:
Padre Nuestro …
Oración
Dios nuestro, que quisiste que tu Hijo tomara nues-
tra misma carne mortal para manifestarse a los hom-
bres, haz que al contemplarle exteriormente igual a
nosotros, nos vayamos transformando interiormente
a imagen de él. Que vive y reina contigo.
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.