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Vísperas – oración de la tarde – martes 05 julio 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Mentes cansadas, manos encallecidas, labriegos al fin de la jornada, jornaleros de tu viña, venimos, Padre, atardecidos de cansancio, agradecidos por la lucha, a recibir tu denario.
Llenos de polvo, El alma hecha girones, Romeros al filo de la tarde, Peregrinos de tus montes, Venimos, Padre, Heridos por los desengaños, Contentos por servir a tu mesa, A recibir tu denario.
Hartos de todo, Llenos de nada, Sedientos al broquel de tus pozos Y hambrientos de tu casa, venimos, Padre, el corazón entre tus brazos, la frente humilde de delitos, a recibir tu denario. Amén.

Salmodia
Ant: No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 Vanidad de las riquezas

Oíd esto, todas las naciones; escuchadlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres; mi boca hablará sabiamente, y serán muy sensatas mis reflexiones; prestaré oído al proverbio y propondré mi problema al son de la cítara.

¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa.

Mirad: los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia, sino que perece como los animales.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: No podéis servir a Dios y al dinero.

Salmo 48
Ant: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor, y bajan derechos a la tumba; se desvanece su figura, y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas», irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente es como un animal que perece.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

Cántico
Himno de los redimidos
Ant: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Lectura Rm 3,23-25a
Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre. Así quería Dios demostrar que no fue injusto.
V/. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
R/. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

V/. De alegría perpetua a tu derecha.
R/. en tu presencia, Señor.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

Cántico

Ant: Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

Preces

Alabemos a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, que vela siempre con amor por su pueblo, y, poniendo en él nuestra esperanza, digámosle suplicantes:

Protege a tu pueblo, Señor.

– Pastor eterno, protege a nuestro obispo N. y a todos los pastores de la Iglesia.
– Mira con bondad a los que sufren persecución y líbralos de todas sus angustias.
– Compadécete de los pobres y necesitados y da pan a los hambrientos.
– Ilumina a los cuerpos legislativos de las naciones, para que en todo legislen con sabiduría y equidad.
– No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre y admítelos en el banquete de las bodas eternas.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común de todos:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, ilumine siempre nuestras vidas, para que así merezcamos gozar un día de aquella luz en la que tú habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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