Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.
Himno
Brille la cruz del Verbo, luminosa, brille como la carne sacratísima de aquel Jesús nacido de la Virgen que en la gloria del Padre vive y brilla.
Gemía Adán doliente y conturbado, lágrimas Eva junto a Adán vertía; brillen sus rostros por la cruz gloriosa, cruz que se enciende cuando el Verbo expira.
¡Salve, cruz de los montes y caminos, junto al enfermo suave medicina, regio trono de Cristo en las familias, cruz de nuestra fe, save cruz bendita!
Reine el Señor crucificado, levantando la cruz donde morirá; nuestros enfermos ojos buscan luz, nuestros labios, el río de la vida.
Te adoramos, oh cruz que fabricamos pecadores con manos deicidas; te adoramos, ornato del Señor, sacramento de nuestra eterna dicha. Amén.
Salmodia
Ant. 1 Oía las burlas de la gente: «Terror por doquier», pero el Señor está conmigo, como fuerte guerrero.
Salmo 48
Oíd esto, todas las naciones, escuchadlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres; mi boca hablará sabiamente, y serán muy sensatas mis reflexiones; prestaré oído al proverbio y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y me acechen los malvados, que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa.
Mirad : los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia, sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Oía las burlas de la gente: «Terror por doquier», pero el Señor está conmigo, como fuerte guerrero.
Ant. 2 Sal fiador por mí ante ti mismo, Señor, ¿pues quién, si no, me dará la mano?
Este es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor, y bajan derechos a la tumba; se desvanece su figura y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se llevará nada, su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba: «Ponderan lo bien que lo pasas», irá a reunirse con sus antepasados, que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Sal fiador por mí ante ti mismo, Señor, ¿pues quién, si no, me dará la mano?
Ant. 3 Fuiste degollado, Señor, y por tu sangre nos compraste para Dios.
Cántico
Ap. 4,11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.
Digno es el cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Fuiste degollado, Señor, y por tu sangre nos compraste para Dios.
Lectura
1Co 1, 27b-30
Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más: ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta; de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, satificación y redención.
Responsorio breve
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
Cántico
Ant. Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Adoremos a Jesús, el Savador del género humano, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida y pidámosle humildemente:
Santifica, Señor, el pueblo que redimiste con tu sangre.
-Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a tu pasión, para que consigamos la gloria de la resurrección.
-Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos, para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo con que tú nos consuelas.
-Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida, para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación.
-Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz, concede a tus fieles obediencia y paciencia.
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso, y a nosotros concédenos también que un día participemos de tu felicidad. Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte, digamos al Padre:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.