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Vísperas – oración de la tarde – martes 12 julio 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Como el niño que no sabe dormirse sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse sobre tus manos, al caer la tarde.

Como el niño que sabe que alguien vela su sueño de inocencia y esperanza, así descansará mi alma segura, sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura, tú aliviarás el último cansancio, tu cuidarás los sueños de la noche, tu borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente la antorcha de la luz y la alegría, y, por las horas que te traigo muertas, tú me darás una mañana viva. Amén.

Salmodia

Ant: El Señor rodea a su pueblo.

Salmo 124: El Señor vela por su pueblo

Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor rodea a su pueblo.

Salmo 130: Abandono confiado en los brazos de Dios

Ant: Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Cántico

Apocalipsis 4,11;5,9.10.12: Himno de los redimidos

Ant: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Lectura Rm 12,9-12

Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.

V/. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R/. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

V/. Tu fidelidad de generación en generación.
R/. Más estable que el cielo.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.

Cántico

Ant: Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

Preces

Invoquemos a Dios, que ha infundido la esperanza en nuestros corazones, y digámosle.

Tú eres la esperanza de tu pueblo, Señor.

– Te damos gracias, Señor, porque, en Cristo, tu Hijo, hemos sido enriquecidos en todo en el hablar y en el saber.

– En tus manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan; dales, pues, acierto en sus decisiones, para que te sean gratos en su pensar y obrar.

– Tú que concedes a los artistas inspiración para plasmar la belleza que de ti procede, haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.

– Tú que no permites que la prueba supere nuestras fuerzas, da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.

– Tú que, por boca de tu Hijo, nos has prometido la resurrección en el último día, no te olvides para siempre de los que ya han sido despojados de su cuerpo mortal.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Nuestra oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre nosotros tu bendición; así, con tu ayuda, seremos salvados ahora y por siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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