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Vísperas – oración de la tarde – martes 22 marzo 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno:

No me pesa, Señor, haber faltado por el eterno mal que he merecido, ni me pesa tampoco haber perdido el cielo como pena a mi pecado.
Pésame haber tus voces despreciado y tus justos mandatos infringido, porque con mis errores he ofendido tu corazón, Señor, por mí llagado.
Llorar quiero mis culpas humillado, y buscar a mis males dulce olvido en la herida de amor de tu costado.
Quiero tu amor pagar, agradecido, amándote cual siempre me has amado y viviendo contigo arrepentido. Amén.

Salmodia

Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124
Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas, y el Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos, no sea que los justos extiendan su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas, que los rechace el Señor con los malhechores. ¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo.
Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Salmo 130

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas
que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico:

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Lectura

Hermanos, ¿qué provecho saca uno con decir: «Yo tengo fe», ¿si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? La fe, si no va acompañada de las obras, está muerta en su soledad. Pruébame tu fe sin obras que yo por mis obras te probaré mi fe.
Responsorio
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

Cántico

Ant. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis cada uno a vuestro hermano de todo corazón.
Cántico de María.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis cada uno a vuestro hermano de todo corazón.

Preces

A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:
Señor, escucha y ten piedad.
-Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu nombre para orar, haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu Santo, a fin de que tu reino llegue a todos los hombres.
-Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.
-Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al bien del prójimo, para que la luz de tu amor brille a través de nosotros ante todos los hombres.
-Rey pacífico, haz que tu paz reine en el mundo y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.
-Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida, da la vida eterna a los que han muerto.
Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración

Tu gracia, Señor, nos socorra siempre, nos haga vivir entregados a tu servicio y nos sirva de ayuda constante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén
Conclusión

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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