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Vísperas – oración de la tarde – martes 29 noviembre 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: Éste es el tiempo en que llegas

Éste es el tiempo en que llegas, esposo, tan de repente, que invitas a los que velan y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro doncellas con ramos verdes y lámparas que guardaron copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpean las necias las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta, esposo, por si vinieres, y está el corazón velando mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa, amor que a la noche vienes, antes que la noche acabe y que la puerta se cierre. Amén.

Salmodia.

Ant 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19 Oración por la victoria del rey.

Que te escuche el Señor el día del peligro, que te sostenga el nombre del Dios de Jacob; que te envíe auxilio desde el santuario, que te apoye desde el monte Sión;
que se acuerde de todas tus ofrendas, que le agraden tus sacrificios; que cumpla el deseo de tu corazón, que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes; que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su Ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo, con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados, nosotros nos mantenemos en pie.
Señor, da la victoria al rey y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20 Acción de gracias por la victoria del rey.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.

Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia; porque el rey confía en el Señor, y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico: Himno a Dios creador Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Lectura Cf. 1Co 1,7b-9
Esperamos vivamente la revelación de Jesucristo, Señor nuestro. Él nos fortalecerá hasta el fin, de modo que nos encontremos libres de culpa en el día de Jesucristo, nuestro Señor. Fiel es Dios, por quien hemos sido convocados a la unión con su Hijo.

Responsorio

V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Cántico Evangélico

Ant. Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. Aleluya.

Cántico de María. Alegría del alma en el Señor Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. Aleluya.

Preces

Cristo, palabra eterna, ha inaugurado un camino nuevo y vivo, a través del velo de su propia carne, para entrar en el santuario; pidámosle, pues, con humildad:

Ven, Señor, y sálvanos.

-Oh Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos, ven a revelarnos que somos estirpe tuya.

Ven, Señor, y sálvanos.

-Tú que no estás lejos de ninguno de nosotros, muéstrate en seguida a todos los que te buscan.

Ven, Señor, y sálvanos.

-Padre de los pobres y consuelo de los afligidos, da la libertad a los cautivos y la alegría a los tristes.

Ven, Señor, y sálvanos.

-Tú que destruyes la muerte y haces brillar la vida, líbranos a nosotros y a todos los difuntos de la muerte eterna.

Ven, Señor, y sálvanos.

Digamos con Jesús a nuestro Padre del cielo la oración de los hijos de Dios:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

 

 

Oración

Señor, Dios nuestro, acoge favorablemente nuestras súplicas y concédenos tu ayuda en las tribulaciones, para que, reanimados por la venida de tu Hijo, que ya se acerca, no volvamos a caer más en nuestras antiguas faltas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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