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Vísperas – oración de la tarde – martes 26 julio 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Nos dijeron de noche que estabas muerto, y la fe estuvo en vela junto a tu cuerpo.
La noche entera la pasamos queriendo mover la piedra.
Con la vuelta del sol, volverá a ver la tierra la gloria del Señor.

No supieron contarlo los centinelas: nadie supo la hora ni la manera.
Antes del día, se cubrieron de gloria tus cinco heridas.
Con la vuelta del sol, volverá a ver la tierra la gloria del Señor.

Si los cinco sentidos buscan el sueño, que la fe tenga el suyo vivo y despierto. La fe velando, para verte de noche resucitando.
Con la vuelta del sol, volverá a ver la tierra la gloria del Señor. Amén.

Salmodia
Ant: El Señor da la victoria a su Ungido.
Salmo 19: Oración por la victoria del rey

Que te escuche el Señor el día del peligro, que te sostenga el nombre del Dios de Jacob; que te envíe auxilio desde el santuario, que te apoye desde el monte Sión.
Que se acuerde de todas tus ofrendas, que le agraden tus sacrificios; que cumpla el deseo de tu corazón, que dé éxito a todos tus planes.
Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes; que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su Ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo, con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro.
Ellos cayeron derribados, nosotros nos mantenemos en pie.
Señor, da la victoria al rey y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor da la victoria a su Ungido.
Salmo 20,2-8.14: Acción de gracias por la victoria del rey
Ant: Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término.
Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor, y con la gracia del Altísimo no fracasará.
Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Ant: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Lectura Rm 9,4-5
Los descendientes de Israel fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amen.

V/. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia.
R/. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia.

V/. Como lo había prometido a nuestros padres.
R/. Acordándose de su misericordia.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia.

Cántico

Ant: La muy noble descendencia de Jesé ha producido un hermoso renuevo, del cual ha brotado un vástago lleno de suave fragancia.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: La muy noble descendencia de Jesé ha producido un hermoso renuevo, del cual ha brotado un vástago lleno de suave fragancia.

Preces

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que, con la intercesión y el ejemplo de los santos, nos impulse a una vida santa, y digamos:
Seamos santos, porque tú, Señor, eres Santo
– Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos, haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.
– Padre Santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito, ayúdanos a dar fruto de buenas obras.
– Padre Santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo, guárdanos en tu nombre, para que todos seamos uno.

– Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino, haz que, comiendo el pan que ha bajado del cielo, alcancemos la perfección del amor.
– Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos, y admite a los difuntos en tu reino, para que puedan contemplar tu rostro.

Terminemos nuestra oración con las palabras que nos enseñó el Señor:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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