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Vísperas I oración de la tarde I miércoles 09 febrero 2022

Vísperas

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Himno

Hora de la tarde, fin de las labores, Amo de las viñas, paga los trabajos de tus viñadores.

Al romper el día nos apalabraste. Cuidamos tu viña del alba a la tarde.

Ahora que nos pagas, nos lo das de balde, que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.

Das al de la tarde lo que al mañanero. Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.

A lo que sembramos dale crecimiento. Tú que eres la viña,
cuida los sarmientos. Amén.

Salmodia

Ant: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Salmo 26-I: Confianza ante el peligro

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

Salmo 26-II:

Ant: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

Cántco

Colosenses 1,12-20: Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos

Ant: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por Él y para Él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.

Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por Él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Lectura

St 1,22.25
Llevad a la práctica la ley y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en la ley perfecta, la de la libertad, y es constante, no para oír y olvidarse, sino para ponerla por obra, éste será dichoso al practicarla.

V/. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R/. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V/. No arrebates mi alma con los pecadores.
R/. Y ten misericordia de mí.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

Cántico Ev.

Ant: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Preces

Que en todo sea glorificado el nombre del Señor, que atiende a su pueblo elegido con infinito amor. A él suba nuestra oración:
Muestra, Señor, tu caridad
– Acuérdate, Señor, de tu Iglesia:
guárdala de todo mal y haz que crezca en tu amor.
– Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como el único Dios verdadero,
y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado.
– A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes,
y que tu bondad les dé la vida eterna.
– Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren:
alivia sus dificultades y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.
– En tu misericordia, acoge a los que hoy han muerto
y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente, como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Escucha, Señor, por la intercesión de San Marón todas nuestras súplicas nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú que eres inmutable, danos siempre firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Haznos hombres de fe, trabajadores por tu iglesia como lo hizo San Marón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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