Inicio - Oraciones - Víspera del día - Vísperas – oración de la tarde – miércoles 18 mayo 2022
Generic filters

Filtro

Vísperas – oración de la tarde – miércoles 18 mayo 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno

Hoy rompe la clausura del surco empedernido el grano en él hundido por nuestra mano dura; y hoy da su flor primera la rama sin pecado del árbol mutilado por nuestra mano fiera.

Hoy triunfa el buen Cordero que, en esta tierra impía, se dio con alegría por el rebaño entero; y hoy junta su extraviada majada y la conduce al sitio en que reluce la luz resucitada.

Hoy surge, viva y fuerte, segura y vencedora, la vida que hasta ahora yacía en honda muerte; y hoy alza del olvido sin fondo y de la nada al alma rescatada y al mundo redimido. Amén.

Salmodia

Ant. 1 La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo
jefe y salvador. Aleluya.

– Salmo 26 –

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra, me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa de Señor
por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda en el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo
jefe y salvador. Aleluya.

Ant. 2 Espero gozar de la dicha del Señor en el
país de la vida. Aleluya.

Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No me rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia,

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Aleluya.

Ant. 3 De él todo procede, por él existe todo, en él todo subsiste: a él la gloria por los siglos. Aleluya.

Cántico

Col. 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; pues por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles.
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio,
el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso Dios que reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así el cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 De él todo procede, por él existe todo,
en él todo subsiste: a él la gloria por los siglos. Aleluya.

Lectura breve

Hb 7, 24-27

Jesús como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando a Dios, porque vive para siempre para interceder por ellos. Y a tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí
mismo.

Responsorio breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

Cántico evangélico

Ant. Si permanecéis en mí y si mis palabras permanecen
en vosotros, pedid todo lo que queráis, y se os dará. Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Si permanecéis en mí y si mis palabras permanecen
en vosotros, pedid todo lo que queráis, y se os dará. Aleluya.

Preces.

Oremos a Cristo, que resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre, y digámosle: Cristo, que vives por siempre para interceder por los hombres, escucha nuestra oración.

Acuérdate, Señor, de los que se han consagrado a tu servicio,
que sean para tu pueblo ejemplo de santidad.

Concede, Señor, el espíritu de justicia a los que gobiernan las naciones y haz que trabajen en bien de la paz, para que
todos podamos vivir según tu ley.

Concede la paz a nuestros días y multiplica los bienes de la tierra, para que los pobres puedan gozar de las riquezas de tu bondad.

Cristo salvador, que con tu triunfo has iluminado el mundo entero y con tu resurrección has dado a los hombres una prenda de su inmortalidad, concede la luz eterna a nuestros hermanos difuntos.

Terminemos nuestra oración con las palabras del
Señor:
Padre Nuestro ……..

Oración.
Dios nuestro, que amas la inocencia y la restituyes a quien la ha perdido, dirige hacia ti los corazones de tus hijos, para que vivan siempre a la luz de la verdad los que han sido librados por ti de las tinieblas del error. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Conclusión.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Loading