Vísperas
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Himno
Libra mis ojos de la muerte; dales la luz que es su destino. Yo, como el ciego del camino, pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos una herramienta constructiva; cura su fiebre posesiva y ábrela al bien de mis hermanos.
Que yo comprenda, Señor mío, al que se queja y retrocede; que el corazón no se me quede desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo (¡tantos me dicen que estás muerto!…) Tú que conoces el desierto, dame tu mano y ven conmigo. Amén.
Salmodia
Salmo 140,1-9: Oración ante el peligro
Ant: Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que te sea agradable, Señor, Dios nuestro.
Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes.
Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias.
Sus jefes cayeron despeñados, aunque escucharon mis palabras amables; como una piedra de molino, rota por tierra, están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.
Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio, y que te sea agradable, Señor, Dios nuestro.
Salmo 141: Tú eres mi refugio
Ant: Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: «Aquí estoy»
A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el aliento.
Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una trampa.
Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo adónde huir, nadie mira por mi vida.
A ti grito, Señor; te digo: «Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida».
Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo.
Sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: «Aquí estoy»
Filipenses 2,6-11: Cristo, Siervo de Dios, en su misterio pascual
Ant: Cristo murió por los pecados, el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cristo murió por los pecados, el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
Lectura
2Co 6,1-4a
Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad: ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios.
V/. Escúchanos Señor y ten piedad. Porque hemos pecado contra ti.
R/. Escúchanos Señor y ten piedad. Porque hemos pecado contra ti.
V/. Cristo, oye los ruegos de los que te suplican.
R/. Porque hemos pecado contra ti.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Escúchanos Señor y ten piedad. Porque hemos pecado contra ti.
Cántico
Ant: Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, el Señor, que ha querido ser nuestro maestro, nuestro ejemplo y nuestro hermano y supliquémosle, diciendo:
Renueva, Señor, a tu pueblo
– Cristo, hecho en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, haz que nos alegremos con los que se alegran y sepamos llorar con los que están tristes, para que nuestro amor crezca y sea verdadero.
– Concédenos saciar tu hambre en los hambrientos, y tu sed en los sedientos.
– Tú que resucitaste a Lázaro de la muerte, haz que, por la fe y la penitencia, los pecadores vuelvan a la vida cristiana.
– Haz que todos, según el ejemplo de la Virgen María y de los santos, sigan con más diligencia y perfección tus enseñanzas.
– Concédenos, Señor, que nuestros hermanos difuntos sean admitidos a la gloria de la resurrección, y gocen eternamente de tu amor.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos enseñó el Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Final
Al celebrar un año más la santa Cuaresma, concédenos, Dios todopoderoso, avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.