Vísperas
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Los pueblos que marchan y luchan con firme tesón aclamen al Dios de la vida.
Cantemos hosanna que viene el Señor.
Agiten laureles y olivos, es Pascua de Dios, mayores y niños repitan: «Cantemos hosanna que viene el Señor.»
Jesús victorioso y presente ofrecen su don a todos los justos del mundo.
Cantemos hosanna que viene el Señor.
Resuenen en todo camino de paz y de amor alegres canciones que digan:
«Cantemos hosanna que viene el Señor.»
Que Dios, Padre nuestro amoroso, el Hijo y su Don a todos protejan y acojan.
Cantemos hosanna que viene el Señor. Amén.
Salmodia
Ant 1. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.
Salmo 140, Oración ante el peligro
Señor, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes.
Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo opondré mi oración a su malicia.
Sus jefes cayeron despeñados, aunque escucharon mis palabras amables; como una piedra de molino, rota por tierra, están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.
Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Suba mi oración, Señor, como incienso en tu presencia.
Ant 2. Tú eres mi refugio y mi heredad, Señor, en el país de la vida.
Salmo 141
Oración del hombre abandonado: tú eres mi refugio.
A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el aliento.
Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una trampa.
Me vuelvo a la derecha y miro: nadie me hace caso; no tengo adónde huir, nadie mira por mi vida.
A ti grito, Señor; te digo: «Tú eres mi refugio y mi heredad en el país de la vida.»
Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo.
Sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres mi refugio y mi heredad, Señor, en el país de la vida.
Ant 3. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.
Cántico
Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual – Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor Jesús se rebajó; por eso Dios lo levantó sobre todo, por los siglos de los siglos.
Lectura Rm 11, 33-36
¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Responsorio
V. Cuantas son tus obras, Señor.
R. Cuantas son tus obras, Señor.
V. Y todas las hiciste con sabiduría.
R. Tus obras, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cuantas son tus obras, Señor.
Cántico Evangélico
Ant. Moisés sostuvo en lo alto las manos hasta la puesta del sol.
Cántico de María.
Alegría del alma en el señor Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Moisés sostuvo en lo alto las manos hasta la puesta del sol.
Preces
Glorifiquemos a Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, y supliquémosle diciendo:
Escucha a tu pueblo, Señor.
-Padre todopoderoso, haz que abunde en la tierra la justicia y que tu pueblo se alegre en la paz.
-Que todos los pueblos entren a formar parte de tu reino y que el pueblo judío sea salvado.
-Que los esposos cumplan tu voluntad, vivan en concordia y que sean siempre fieles a su mutuo amor.
-Recompensa, Señor, a nuestros bienhechores y concédeles la vida eterna.
-Acoge con amor a los que han muerto víctimas del odio, de la violencia o de la guerra y dales el descanso eterno.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.