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Vísperas – oración de la tarde – viernes 02 diciembre 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: Jesucristo, palabra del padre.

Jesucristo, Palabra del Padre, luz eterna de todo creyente: ven, Señor, porque ya se hace tarde, ven y escucha la súplica ardiente.

Cuando el mundo dormía en tinieblas, en tu amor, tú quisiste ayudarlo y trajiste, viniendo a la tierra, esa vida que puede salvarlo.

Ya madura la historia en promesas, sólo anhela tu pronto regreso; si el silencio madura la espera, el amor no soporta el silencio.

Con María, la Iglesia te aguarda con anhelos de esposa y de Madre y reúne a sus hijos, los fieles, para juntos poder esperarte.

Cuando vengas, Señor, en tu gloria, que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre, dando gracias al Padre en el reino. Amén.

Salmodia

Ant 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 40 Oración de un enfermo

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido; en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor; «A ver si se muere y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento, disimula su mala intención, y cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio, se acostó para no levantarse.»
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan, es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí, haz que pueda levantarme, para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas: en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Ant 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Salmo 45 Dios, refugio y fortaleza de su pueblo

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas, que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico: Canto de los vencedores Ap 15, 3-4

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Lectura 2Pe 3,8b-9

Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. No es tardo el Señor en el cumplimiento de sus promesas, como algunos piensan. Lo que hace es aguardaros pacientemente, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos vengáis a arrepentiros.

Responsorio

V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Cántico Evangélico

Ant. Yo desde Egipto llamé a mi Hijo: vendrá y salvará a su pueblo.

Cántico de María.

Alegría del alma en el Señor Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo desde Egipto llamé a mi Hijo: vendrá y salvará a su pueblo.

Preces

Invoquemos confiados a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, y digámosle:

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

-Buen Pastor del rebaño de Dios, ven a reunir a todos los hombres en tu Iglesia.

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

-Ayuda, Señor, a los pastores de tu pueblo peregrino, para que apacienten sin desfallecer a tu grey hasta que vuelvas.

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

-Escoge de entre nosotros pregoneros de tu palabra, para que anuncien tu Evangelio hasta los confines del mundo.

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

-Ten compasión de los que en su trabajo desfallecen a mitad del camino; hasta que encuentren un amigo que los levante.

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

-Muestra tu gloria en el gozo de tu reino a los que en este destierro escucharon tu voz.

Favorécenos, Señor, por tu bondad.

Digamos con Jesús a nuestro Padre del cielo la oración de los hijos de Dios:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración

Muestra, Señor, tu poder y ven a nosotros, para que por tu protección nos veamos libres de los peligros que nos amenazan a causa de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

 

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