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Vísperas I oración de la tarde I viernes 04 febrero 2022

Vísperas

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Invocación inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Como era (Aleluya).

Himno

Eres la luz y siembras claridades, eres amor y siembras armonía
desde tu eternidad de eternidades.

Por tu roja frescura de alegría, la tierra se estremece de rocío,
Hijo eterno del Padre y de María.

En el cielo del hombre, oscuro y frío, eres la luz total, fuego del fuego, que aplaca las pasiones y el hastío.

Entro en tus esplendores, Cristo, ciego; mientras corre la vida paso a paso, pongo mis horas grises en tu brazo, y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.
Salmodia
Ant: Día tras día te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.

Salmo 144-A: Himno a la grandeza de Dios

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Día tras día te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.

Salmo 144-B:

Ant: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.

Cántico

Apocalipsis 15, 3-4: Himno de adoración

Ant: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Lectura

Rm 8,1-2
Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

V/. Cristo murió por nuestros pecados, para conducirnos a Dios.
R/. Cristo murió por nuestros pecados, para conducirnos a Dios.
V/. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
R/. para conducirnos a Dios.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Cristo murió por nuestros pecados, para conducirnos a Dios.

Cántico Ev.

Ant: Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.

Preces

Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre, diciendo:
Señor, ten piedad
– Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.
– Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal
por tu misericordia obtengamos el perdón.
– Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,
aparta de nosotros el azote de tu ira, merecido por nuestros pecados.
– Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja descarriada,
no apartes de nosotros tu misericordia.
– Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,
abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.

Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Final

Dios omnipotente y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti como hostia viva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

 

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