Vísperas
R. Señor date prisa en socorrerme.
Himno: MUERE LA VIDA Y VIVO YO SIN VIDA.
Muere la vida y vivo yo sin vida
ofendiendo la vida de mi muerte;
sangre divina de las venas vierte
y mi diamante su dureza olvida.
Está la majestad de Dios tendida
en una dura cruz, y yo de suerte
que soy de sus dolores el más fuerte
y de su cuerpo la mayor herida.
¡Oh duro corazón de mármol frío!
¿Tiene tu Dios abierto el lado izquierdo
y no te vuelves un copioso río?
Morir por él será divino acuerdo,
mas eres tú mi vida, Cristo mío,
y, como no la tengo, no la pierdo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo 114 – ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Ant 2. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 120 – EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE St 5, 16. 19-20
Confesaos mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para alcanzar vuestra curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia. Hermanos, si alguno de entre vosotros se desvía de la verdad y otro logra convertirlo, sepa que quien convierte a un pecador de su camino equivocado salvará su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Pretendieron apoderarse de Jesús, pero no se atrevieron por miedo a la gente, que lo miraba como a un profeta.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pretendieron apoderarse de Jesús, pero no se atrevieron por miedo a la gente, que lo miraba como a un profeta.
PRECES
Adoremos al Salvador de los hombres, que muriendo destruyó la muerte y resucitando restauró la vida, y digámosle humildemente:
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Concédenos que imitemos a tu Madre, consuelo de los afligidos,
para que podamos consolar a los tristes, mediante el consuelo con que nosotros somos por ti consolados.
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Concede a tus fieles participar en tu pasión por medio de sus sufrimientos,
para que tu salvación se manifieste también en ellos.
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de cruz,
enséñanos a ser obedientes y a tener paciencia.
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Dígnate transfigurar a los difuntos a semejanza de tu cuerpo glorioso
y concédenos a nosotros ser un día partícipes de la gloria de ellos.
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, oremos confiados a nuestro Padre:
Padre nuestro…
ORACIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que, purificados por la penitencia cuaresmal, lleguemos totalmente convertidos a las próximas fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.