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Vísperas – oración de la tarde – viernes 12 agosto 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Yo he sentido, Señor, tu voz amante, en el misterio de las noches bellas, y en el suave temblor de las estrellas la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante entre el fragor de trueno y de centellas; al ánima llamaron tus querellas como el tenue vagido de un infante.

¿Por qu´ no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca viña y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor, que en la serena noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío! Amén.

Salmodia

Ant: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Salmo 134 Himno a Dios, realizador de maravillas

Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor, que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno, tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace: en el cielo y en la tierra, en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte, con los relámpagos desata la lluvia, suelta los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto, desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios en medio de ti, Egipto contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos, mató a reyes poderosos: a Sijón, rey de los amorreos, a Hog, rey de Basán, y a todos los reyes de Canaán.
Y dió su tierra en heredad, en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Salmo 134

Ant: Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable

Señor, tu nombre es eterno; Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata, hechura de manos humanas: tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen, no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que lo hacen, cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor; casa de Aarón, bendice al Señor; casa de Leví, bendice al Señor; fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor, que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable

Cántico Apocalipsis 15, 3-4: Himno de adoración

Ant: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Lectura St 1,2-4
Hermanos míos: Teneos por muy dichosos cuando os veáis asediados por toda clase de pruebas. Sabed que, al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia. Y si la constancia llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna.

V/. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
R/. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

V/. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
R/. Por su sangre.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

Cántico

Ant: El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.

Preces

Invoquemos al Señor Jesús, a quien el Padre entregó por nuestros pecados y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:

Señor, ten piedad de tu pueblo.

-Escucha, señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesan culpables, y, en tu bondad, otórganos el perdón y la paz.

-Tú que por el Apóstol nos has enseñado que, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia, perdona con largueza nuestros muchos pecados.

– Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
vuélvete a nosotros, para que podamos convertirnos a ti.

– Salva a tu pueblo de los pecados, Señor, y sé benévolo con nosotros.

– Tú que abriste las puertas del paraíso al ladrón arrepentido, que te reconoció como Salvador, ábrelas también para nuestros difuntos.

Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios, digamos confiadamente:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Señor, Padre santo, que quisiste que Cristo, tu Hijo, fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en sus padecimientos, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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