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Vísperas – oración de la tarde – Viernes 13 mayo 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno

Tu cuerpo es preciosa lámpara, llagado y resucitado, tu rostro es la luz del mundo, nuestra casa, tu costado.

Tu cuerpo es ramo de abril y blanca flor de espino, y el fruto que nadie sabe tras la flor eres tú mismo.

Tu cuerpo es salud sin fin, joven, sin daño de días; para el que busca vivir es la raíz de la vida. Amén.

Salmodia

Ant. 1 Tantó amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único. Aleluya.
Salmo 144
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas, encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus creaturas.

Que todas tus creaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus proezas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Tantó amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único. Aleluya.
Ant. 2 Al Rey de los siglos, inmortal e invisible, todo honor y toda gloria. Aleluya.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que los invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Al Rey de los siglos, inmortal e invisible, todo honor y toda gloria. Aleluya.

Ant. 3 Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Aleluya.

Cántico

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiesto.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Aleluya.

Lectura Hb 5, 8-10

Cristo, aunque era Hijo de Dios, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el rito de Melquisedec».

Responsorio

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

Cántico Evangélico

Ant. El buen Pastor dio la vida por sus ovejas. Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El buen Pastor dio la vida por sus ovejas. Aleluya.

Preces.

Oremos a Cristo, fuente de toda vida y principio de todo bien, y digámosle confiadamente:
Instaura, Señor, tu reino en el mundo.

-Jesús salvador, tú que, muerto en la carne, fuiste devuelto a la vida por el Espíritu, haz que nosotros, muertos al pecado, vivamos también de tu Espíritu.

-Tú que enviaste a tus discípulos al mundo entero para que proclamaran tu Evangelio a todos los pueblos, haz que cuantos anuncian el Evangelio a los hombres vivan de tu Espíritu.

-Tú que recibiste todo poder en el cielo y en la tierra para dar testimonio de la verdad, guarda en tu verdad a quienes nos gobiernan.

-Tú que todo lo renuevas y nos mandas esperar anhelantes la llegada de tu reino, haz que, cuanto mas esperemos el cielo nuevo y la tierra nueva que nos prometes, con tanto mayor empeño trabajemos por la edificación del mundo presente.

-Tú que descendiste a la mansión de la muerte para anunciar el gozo del Evangelio a los difuntos, sé tú mismo la eterna alegría de todos los que mueren.

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración.
Dios, autor de nuestra salvación y de nuestra liberación, escucha nuestras súplicas, y a quienes redimiste por la sangre de tu Hijo concédeles poder vivir para ti, y en ti gozar de la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Conclusión.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

 

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