Vísperas
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno
Eres la luz y siembras claridades, eres amor y siembras armonía desde tu eternidad de eternidades.
Por tu roja frescura de alegría, la tierra se estremece de rocío, Hijo eterno del Padre y de María.
En el cielo del hombre, oscuro y frío, eres la luz total, fuego del fuego, que aplaca las pasiones y el hastío.
Entro en tus esplendores, Cristo, ciego; mientras corre la vida paso a paso, pongo mis horas grises en tu brazo, y a ti, Señor, mi corazón entrego. Amén.
Salmodia
Ant. 1 Día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Salmo 144
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas, encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus creaturas.
Que todas tus creaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus proezas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 día tras día te bendeciré, Señor, y explicaré tus proezas.
Ant. 2 los ojos de todos te están aguardando, Señor,
tú estás cerca de los que te invocan.
Salmo 144
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que los invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú estás cerca de los que te invocan.
Ant. 3 justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico. Ap. 15,3-4
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiesto.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Lectura: Rm 8, 1-2
No hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me libró de la ley del pecado y de la muerte.
Responsorio
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
Cántico Evangélico
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.
Cántico de la Santísima Virgen María Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.
Preces.
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre diciendo:
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
-Señor Jesucristo, consuelo de los humildes, dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
-Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal, por tu misericordia obtengamos el perdón.
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
-Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia, aparta de nosotros el castigo merecido por nuestros pecados.
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
-Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja descarriada, nos apartes de nosotros tu misericordia.
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
-Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz, abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.
Confirma, Señor, lo que has realizado en nosotros.
Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración.
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti como víctima
viva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Conclusión.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.