Inicio - Oraciones - Víspera del día - Vísperas - oración de la tarde - viernes 16 septiembre 2022
Generic filters

Filtro

Vísperas – oración de la tarde – viernes 16 septiembre 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno

Eres la luz y siembras claridades; abres los anchos cielos que sostienen, como un pilar, los brazos de tu Padre.

Arrebatada en rojos torbellinos, el alba apaga estrellas lejanísimas; la tierra se estremece de rocío.

Mientras la noche cede y se disuelve, la estrella matinal, signo de Cristo, levanta el nuevo día y lo establece.

Eres la luz total, Día del Día, el Uno en todo, el Trino todo en Uno: ¡gloria a tu misteriosa teofanía! Amén

Salmodia

Ant: Día tras día te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.

Salmo 144: Himno a la grandeza de Dios

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Día tras día te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.

Salmo 144

Ant: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.

Cántico

Apocalipsis 15, 3-4: Himno de adoración

Ant: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

Lectura Breve Rm 8,1-2
Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Responsorio
V/. Cristo murió por nuestros pecados, para conducirnos a Dios.
R/. Cristo murió por nuestros pecados, para conducirnos a Dios.

V/. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
R/. para conducirnos a Dios.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Cristo murió por nuestros pecados, para conducirnos a Dios.

Cántico

Ant: Oh dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Oh dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Preces

Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre, diciendo:
Confirma, Señor, Señor lo que has realizado en nosotros.

– Señor Jesucristo, consuelo de los humildes, dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.

– Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal por tu misericordia obtengamos el perdón.

– Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia, aparta de nosotros el azote de tu ira, merecido por nuestros pecados.

– Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja descarriada, no apartes de nosotros tu misericordia.

– Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz, abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.

Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Oh Dios, que has puesto al frente de tu pueblo, como abnegados pastores y mártires intrépidos, a los santos Cipriano y Cornelio, concédenos, por su intercesión, fortaleza de ánimo y de fe para trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Loading