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Vísperas – oración de la tarde – viernes 29 julio 2022

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Himno

Calor de Dios en sangre redentora, y un río de piedad en tu costado; bajo tu cruz quédeme arrodillado, con ansia y gratitud siempre deudora.

Conózcame, oh Cristo, en esta hora de tu perdón; mi beso apasionado,
de ardientes labios en tu pie clavado, sea flecha de amor y paz de aurora.

Conózcame en tu vía dolorosa y conozca, Señor, en los fulgores de tus siete palabras, mi caída;

que en esta cruz pujante y misteriosa pongo, sobre el amor de mis amores, el amor entrañable de mi vida. Amén.

Salmodia

Ant: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 40: Oración de un enfermo

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido; en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor: «A ver si se muere, y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento, disimula su mala intención, y, cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, hacen cálculos siniestros: «Padece un mal sin remedio, se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan, es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí, haz que pueda levantarme, para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas: en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

Salmo 45: Dios, refugio y fortaleza de su pueblo

Ant: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas, que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Cántico

Apocalipsis 15, 3-4: Himno de adoración

Ant: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Lectura Rm 15,1-3

Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada. Procuremos cada uno dar satisfacción al prójimo en lo bueno, mirando a lo constructivo. Tampoco Cristo buscó su propia satisfacción; al contrario, como dice la Escritura: «Las afrentas con que te afrentaban cayeron sobre mí.»

V/. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.
R/. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

V/. Nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
R/. Por su sangre.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Cristo nos amó y nos ha librado por su sangre.

Cántico Ev.

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Jesús amaba a Marta, a su hermana y a su hermano Lázaro.

Preces

Bendigamos a Dios, que mira propicio los deseos de los necesitados y a los hambrientos los colma de bienes; digámosle confiados:

Muéstranos, Señor, tu misericordia

– Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la Iglesia que sufren: acuérdate que, por ellos, Cristo, cabeza de la Iglesia, ofreció en la cruz el verdadero sacrificio vespertino.

– Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de las viudas y de los huérfanos, y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.

– Concede a tus hijos la fuerza necesaria para resistir las tentaciones del Maligno.

– Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte: que seamos fieles hasta el fin y dejemos este mundo en tu paz.

– Conduce a los difuntos a la luz donde tú habitas, para que puedan contemplarte eternamente.

Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Dios todopoderoso y eterno, cuyo Hijo quiso aceptar la hospitalidad que santa Marta le ofreció en su casa, haz que nosotros, por intercesión de esta santa, estemos siempre dispuestos a servirte en cada uno de nuestros hermanos y así merezcamos ser recibidos por ti en las moradas eternas, al final de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

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