Amar a la manera de Dios
Es imposible amar como ama Dios, porque su amor es perfecto. Sin embargo, podemos acercarnos a su manera de amar, en la medida que conozcamos cómo piensa, qué dice, cómo lo dice, cómo reacciona, cómo se comporta; y eso se hace posible cuando nos adentramos a reflexionar la Sagrada Escritura dónde Él es el centro. No podemos pretender amar a la manera de Jesús si desconocemos el motor de su amor, todo aquello que lo mueve, y cómo enfrenta la cotidianidad.
Por ello, estamos llamados a perfeccionar la manera en que brindamos el amor, porque el nuestro está enfermo, lastimado, herido. Y la mejor manera de darnos cuenta qué tan purificado está nuestro amor es haciendo un examen cotidiano de conciencia dónde respondamos a una misma pregunta: ¿Las actitudes de este día fueron semejantes al obrar de Dios? Ahí radica la importancia del conocimiento de Jesús, dónde cómo punto de referencia podamos desnudar el corazón y validar nuestro actuar.
Estamos llamado a la santidad en un mundo que nos ofrece tantos caminos, en un entorno donde se han hecho tantas cosas en nombre del “amor”, pero en el fondo, lo que hay de cierto es que se ha desfigurado lo que es, propiamente, amar. Jesús es amor, y solo en Él hallaremos plenitud y ejemplo a seguir. No podemos creer que algo está bien si el autor de la obra no confirma que se está siguiendo el orden de su manual. No podemos atribuirnos un actuar positivo, simplemente porque hay un buen discurso que convence. Por eso, vayamos a la única y verdadera fuente de vida de la cual podremos sustraer las herramientas para amar en el Señor.
A continuación, puedes profundizar este tema dando clic en la reflexión.