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María, consuelo de los afligidos I padre Carlos Yepes

Recibe el consuelo de María en tu aflicción

Decir que se entienden las situaciones que vive el hombre hoy es muy fácil. Sin embargo, allí donde el entendimiento se nubla y las razones no escatiman en sangrar la herida con pensamientos que dejan todo en oscuridad, solo alguien que haya vivido un dolor profundo es capaz de entender y acompañar. María sufrió el dolor de entregar a su hijo, y de entregarlo a una muerte de cruz, por eso, es capaz de entender a todos aquellos que se encuentran afligidos. Ella, erguida al pie de la cruz recibió consuelo del padre, y la fuerza del Espíritu Santo para consolar a la iglesia entera.

María hoy es consuelo de los afligidos porque es la llena de gracia, está inundada del amor de Dios. En medio de sus sufrimientos nunca se alejó de Dios. Al contrario, se refugió completamente en su amor fiel. ¿Cuál es tu refugio en este momento de angustia y dolor? Quizá estés experimentando un estado de desolación tan fuerte que ni siquiera sientas deseos de orar. Pero son justo esos momentos en los que más valor y firmeza necesitas. Santa Laura Montoya solía decir “destrúyeme Señor, y sobre mis ruinas, levanta un monumento para tu gloria”. Entrégale tus ruinas al Señor, deja que él obre en ti y a través de ti, quizá en este momento no lo entiendas, pero debes darte la oportunidad de ver la gloria de Dios en medio del sufrimiento.

Escucha la reflexión del padre Carlos Yepes en relación con este tema.

Dios nunca abandona, siempre cumple sus promesas. Jesús lo ratifica hermosamente cuando les dice a los discípulos “no estoy solo, porque está conmigo el Padre” Juan 16, 32 ¡Cuánto necesitamos cada uno de nosotros tener esa certeza en nuestro corazón!, entenderíamos que todo pasa, pero el amor de Dios nunca pasará.  

Jesús desde la cruz nos dejó a su madre como regalo para que la acogiéramos cada uno en nuestra casa, es decir, en lo profundo de cada corazón. Por eso, si en este momento estás atravesando un momento de gran tristeza en tu vida, llénate de valor y reconoce que María Santísima es compañera de camino para experimentar el gozo de Dios.

Refúgiate en los brazos de María que abraza tu dolor, te expresa su gran cariño y te recuerda que ella es tu madre y está contigo. Ríndete a los pies de Cristo, desarma tu corazón y deja obrar prodigios al Señor.  

 

 

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