La santidad de San José
Todos estamos llamados a ser santos. No es algo exclusivo a unos cuantos, es un llamado general que se nos hace como elección de vida. El camino de la santidad es una opción de valentía. Es una decisión particular que es iluminada por el mismo Jesús que se hizo hombre y nos enseñó, precisamente, a vivir en santidad.
Jesús, hecho hombre, tuvo un padre terrenal. Un hombre justo elegido por Dios para guiar y cuidar la vida del Salvador. San José es, precisamente, un hombre inspirador de santidad, quien desde lo ordinario supo hacer todo de manera extraordinaria. Este santo varón es conocido por la elocuencia, más que de sus palabras, de sus acciones. De hecho, no se le atribuye ninguna palabra a San José, pero sí se le conoce por sus grandes obras de obediencia.
El reflejo de santidad de San José nos muestra que desde lo sencillo y ordinario podemos hacer grandes cosas; es desde el rol que tenemos, allí donde Dios nos ha puesto, donde podemos sumar actos de amor que transforman.
Esperar el momento indicado para actuar es posponer la acción que solo tú con tu vida estás llamado a hacer. Por eso, hoy es el momento de caminar, hoy es el día de trabajar por la salvación; no hay razón para que en medio de tu situación intentes que haya flores en el jardín para poner agua: se riega el jardín sabiendo que hay semilla. Se actúa en la vida sabiendo que hay fe y que tenemos el respaldo de Dios y la guía del Espíritu Santo.
¡Que San José nos enseñe a dar pasos firmes que sean el abono perfecto para el plan de Salvación!
