La esperanza no defrauda
Que gozo tan grande experimenta el corazón del creyente que conmemora con alma, vida y corazón la resurrección de Jesucristo.
Celebrar este acontecimiento en el marco del año Jubilar de la esperanza es un gran regalo, pues ratifica que nuestra confianza está fundamentada en quien con su voz ha creado todo a través de la Palabra.
Hoy nuestros sueños toman un nuevo color, resplandecen y se expanden con una nueva visión de fe, gracias a la certeza que nos invade de que Cristo ha resucitado.
A lo largo de la historia de la salvación, el Señor ha demostrado que es fiel a sus promesas. Puede que no siempre entendamos sus caminos, pero podemos estar seguros de que Él nunca nos decepcionará.
Jesús mismo es el signo claro de que la esperanza no defrauda y nos invita a confiar en Él sin reservas:
«Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.» (Mateo 11:28)
Y es que hay mucho camino por recorrer, muchas razones por agradecer, muchas promesas en las cuales confiar.
No podemos quedarnos aferrados a construir nuestro futuro desde la herida, el dolor, el sufrimiento, la tristeza, el miedo, la victimización. Pues de ese modo, será imposible experimentar a Cristo resucitado y tampoco notaremos la sanación que ha hecho y está haciendo en nosotros. ¡En manos de Dios estamos!
En esta Pascua, el trabajo y la actitud correcta es seguir caminando con los ojos puestos en Jesús. No estamos solos, nunca lo hemos estado, pues incluso en el momento de su muerte, Jesús nos dejó a su madre y, María sin dudarlo, abrazó su misión: acompañó a los discípulos a perseverar para que no bajaran la guardia y siguieran haciendo el bien.
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Es por eso que cuando Jesús aparece en medio de los discípulos, después de su resurrección, María estaba presente orando con ellos y por ellos.
Jesús y María nos guían.
María celebra con nosotros la resurrección de su Hijo.
Con María y de la mano de Jesús, continuamos nuestro peregrinaje a la casa del Padre, llenos de esperanza.
Confía en Cristo Resucitado
Hoy somos testigos de la Resurrección del Señor, hoy el gozo rebosa en nuestro corazón. Con firmeza sabemos que cuando llegue el momento de nuestra prueba, confiaremos en el Señor, así como lo hicieron grandes personajes de la Biblia:
- Abraham confió en Dios incluso cuando le pidió que dejara su tierra sin saber a dónde iba, y el Señor lo bendijo abundantemente.
- José fue traicionado por sus hermanos y pasó años en la cárcel, pero nunca perdió la fe en el Señor, y finalmente fue elevado a un lugar de honor en Egipto.
- Job perdió a sus hijos, su riqueza desapareció y su salud se deterioró, sin embargo, Dios lo bendijo con mucho más de lo que tenía.
- Moisés fue elegido a pesar de sus limitaciones y guio al pueblo de Israel a la libertad, por inspiración del Señor.
- María aceptó el plan divino con humildad y confianza, convirtiéndose en la Madre del Salvador.
Y es que «Los que miran al Señor quedarán radiantes, y sus rostros no se avergonzarán.» (Salmo 34:5)
Esta promesa nos recuerda que el Señor nunca abandona a quienes depositamos la confianza en Él. Aunque en nuestra humanidad podamos experimentar el miedo o la impaciencia, la fidelidad de Dios es inquebrantable y su amor nunca falla.
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¿Cómo vivir en la esperanza de la pascua, permanentemente?
Vivir con la confianza plena en el Señor nos llena de paz, nos da esperanza en medio de la tormenta y nos permite ver su mano obrando en nuestra vida.
Para fortalecer nuestra confianza en el Señor, podemos:
Orar con fe, entregándole nuestras preocupaciones y descansando en su amor.
Meditar en su Palabra, recordando las promesas que nos ha hecho.
Aceptar su voluntad, sabiendo que sus planes son mejores que los nuestros.
Testimoniar su fidelidad, compartiendo con otros cómo Dios ha obrado en nuestra vida.
Vivir con alegría la pascua del Señor, porque es la celebración de la victoria de Cristo sobre la muerte, el triunfo del amor y la promesa de vida eterna. La Resurrección de Jesús nos llena de esperanza, nos confirma que el mal y el sufrimiento no tienen la última palabra y nos invita a vivir con alegría, sabiendo que Dios nos ha salvado.
¡Felices Pascuas!, tiempo de renovación espiritual, donde recordamos que en Cristo todo es hecho nuevo y que su luz disipa toda oscuridad.
Dios nos ama sin medida y nos llama a la plenitud de la vida. ¡Cristo ha resucitado, y esa es nuestra mayor alegría!