Todo pasa, menos Dios
Lo bueno pasa, lo malo también. Nada dura para siempre.
Cuando Jesús entró triunfante a Jerusalén, la multitud lo adulaba, pero ese mismo grupo de personas, días más tarde, también le gritarían: “Crucifíquenlo”. (Todo pasa)
En la vida de fe, Jesús nos enseña que no podemos escandalizarnos frente al corazón cambiante del hombre. Hoy pensamos, queremos y anhelamos algo, y mañana podemos perseguir otros ideales.
Ahora bien, debemos pedir la gracia a Dios que, frente a los grandes principios rectores en la vida, no seamos tan maleables o manipulables, sino que podamos mantener una actitud firme y constante.
Aunque todo pasa, nosotros podemos pedir el don de la fidelidad. Hoy podamos estar atravesando momentos de alegría y victoria en la vida, como Jesús entrando glorioso a Jerusalén, o quizá nos podemos sentir crucificados, como se verá más adelante, con Él.
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Y es que podemos estar en la cúspide de la alegría, sintiendo que todo es perfecto, y mañana podríamos enfrentarnos a la tristeza o la incertidumbre. Esta es la realidad ineludible de la existencia humana: todo pasa, tanto lo bueno como lo malo, pero el único que permanece fiel es Dios.
¿Cómo debemos comportarnos frente al mundo cambiante?
Siempre me he preguntado, porqué Judas entregó a Jesús, por qué Pedro negó a Jesús. ¿Acaso se equivocó Jesús cuando los eligió? ¿No sabía cuál iba a ser la reacción de su corazón cuando se enfrentaran a esa situación?”
Con el tiempo, entendí que Jesús no se equivocó y que tampoco son actitudes que se justifiquen con el simple hecho de que somos personas cambiantes y que todo pasa.
En una predicación, un misionero recordaba el pasaje bíblico de Lucas, donde narra que Jesús pasó toda la noche orando a Dios antes de elegir a sus discípulos. Es decir, Él buscó la luz del Espíritu Santo para seleccionarlos. Fue a la fuente de todo bien para ser respaldado. En otras palabras, no se equivocó.
El hecho de que Judas lo haya entregado para su crucifixión, no se basa en un error que haya tenido Jesús al elegirlo, sino que fue una decisión basada en la libertad que nos da el Señor. Porque, si bien nos elige, también nos da el libre albedrio para decidir. Si elegimos la vida, Él siempre nos acompañará y nos capacitará para perseverar hasta la meta, pero si elegimos la muerte, nos dejará asumir las consecuencias de nuestras decisiones.
Pedro, aunque lo negó, se arrepintió, y volvió como el hijo prodigo del evangelio, y recibió a cambio el perdón de los pecados, y misiones aún más altas, porque había sido testigo de su fragilidad y de su barro, y con humildad buscó la ayuda de Dios para reorientar su camino.
Hoy, domingo de Ramos, recordamos y reconocemos la vulnerabilidad de la condición humana.
Por eso, en lugar de resistirnos a los cambios emocionales, podemos abrazarlos y aprender de ellos. San Ignacio de Loyola, considerado el padre del discernimiento, nos dice que nunca debemos tomar decisiones en puntos de emociones álgidas, sino más bien tener la capacidad de distinguir las mociones del alma para recibir las buenas y rechazar las malas.
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Vivir el presente con sabiduría
Reconocer y aceptar que todo pasa, menos Dios, nos permite desarrollar una mentalidad más flexible y adaptativa. No importa cuán difícil sea una situación, siempre hay una salida y un nuevo amanecer. De la misma manera, cuando experimentamos momentos de felicidad, es importante disfrutarlos sin miedo, sabiendo que son parte del ciclo natural de la vida.
El mejor regalo que podemos hacernos es vivir el presente con gratitud. Apreciar cada instante sin preocuparnos demasiado por el futuro ni lamentarnos por el pasado.
En definitiva, orar a Dios para recibir su unción y saber elegir bien, nunca será un error. Siempre estaremos abiertos a vivir desde la libertad, pero con la dulce voz del Señor que nos susurra al oído el camino que debemos seguir, sin dejar que el mundo nos absorba y contamine nuestra recta intención.
Hoy domingo de Ramos, te invitamos a que le presentes todas tus luchas al Señor. Inicia esta Semana Santa con la firme convicción de que Dios está obrando siempre en ti. Abandónate completamente a su amor providencial y recupera las fuerzas para que puedas continuar con la firmeza de los hijos de Dios y recuerda…
Nada te turbe
Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios vasta
